sábado, 24 de febrero de 2018

Elemento agua



El perfil del agua 

El elemento agua es la fuente de vida de cualquier ser vivo. Curiosamente, nuestro cuerpo posee el mismo porcentaje de agua como el que tiene el planeta Tierra. Sin este elemento nada crecería y no habría vida. El agua no tiene color, pero puedes teñirla de cualquiera. No tiene forma propia, sino que adopta la del recipiente que la contiene. El agua normalmente se mueve mediante el viento, la gravedad o bombas artificiales, se transporta y es guiada mediante canales, tuberías, etc. Es decir, es guiada por otros. 

El agua en forma natural fluye hacia abajo, hacia los lugares bajos, llenando cavidades, huecos y recipientes. El agua es el único elemento en la naturaleza que puede presentarse en tres estados: líquido, sólido (hielo) y gaseoso (el vapor). Así es la persona que posee altas dosis de este elemento. Tal como el agua es el elemento que da vida, a la persona que posee altas dosis de este elemento le gusta gozar de la vida y sentirse vivo, por medio de los placeres. 

Al igual que el agua, que no tiene color ni forma, y debe canalizarse, así es la persona con elemento agua dominante: no tiene ideas propias ni forma clara de vivir, pues es llevado y guiado por los placeres y por los sentimientos. Y a donde vaya la tendencia social y la adicción “de moda”, allá irá, y ese será su color y su forma actual. En su lado positivo, permite a la persona ser muy variable y adaptable; puede presentarse como líquido y dejarse lleva por la corriente social. En otra ocasión será sólida, fría y dura, y a veces simplemente se “vaporiza” a fin de pasar desapercibida. El agua tiene mucho poder. 

Por un lado, da vida; por otro, en forma desproporcionada resulta devastadora y destructiva, como las inundaciones, los tsunamis, etc. Así que debe tenerse bajo control y obtener de ella lo positivo y limitar su lado negativo, lo que conocimos hasta ahora como hakarat hamidot. El arte del placer Las personas buscamos los placeres durante nuestra vida. Los disfrutamos, los gozamos y nos proporcionan una vida satisfactoria. Los buscamos en cualquier área de la vida, desde el placer de ver un simple paisaje, una soleada playa, escuchar música agradable, la comida, hasta experiencias placenteras más fuerte como el alcohol, las relaciones conyugales, los juegos, etcétera. 

Sin embargo, la realidad es que la persecución del placer desproporcionado, en lugar de darnos vida, nos lleva a la ruina, la destrucción e incluso la muerte. Esta idea se halla insinuada en un juego de dos palabras en hebreo: óneg y nega. Óneg significa placer, algo que a todos nos agrada. Sin embargo, nega significa lo malo, lo problemático, de lo que, por lógica, todos huimos (es fácil recordar esta palabra, pues se refiere a todo lo negativo). 

Lo curioso es que estas dos palabras en hebreo se escriben con las mismas letras: óneg, con ayn, nun y guímel; y nega con nun, guímel y ayn. Los animales tienen una regla acerca del placer: lo que es nega para ellos no es óneg. Es decir, ya que las verduras afectarían la salud de un león y un bistec de carne dañaría a un cordero, al encontrarse cada uno de ellos con estos alimentos no sienten ninguna atracción; les atraen los alimentos que les hacen bien. Simplemente persiguen el óneg y se alejan del nega. 

En el ser humano increíblemente ocurre lo opuesto: cuanto más nega es lo que le atrae, más óneg y placer obtiene de ello. Por ejemplo, los alimentos dulces con grandes cantidades de azúcar, el chocolate, las cremas, etc., son muy placenteros, pero contienen nega: lípidos, carbohidratos y demás sustancias nocivas para el organismo. Y las carnes en general, con mucha grasa, la comida frita, etc., las gozas y hasta te chupas los dedos, pero contienen nega: colesterol, triglicéridos, exceso de proteínas, etc. Y ni hablar del gran placer del alcohol, las drogas, las apuestas, la infidelidad, el dinero sucio. Cuanto más peligroso y prohibido es, más lo deseamos y lo gozamos. En ese momento ignoramos el nega y simplemente gozamos el óneg, hasta que llegan las consecuencias negativas y la vida pasa la factura. ¿Cómo podemos tener en la vida óneg sin nega? La respuesta la insinuó Hashem en las letras de estas dos palabras, que se escriben con las mismas letras, pero con una sola diferencia: la ubicación de la letra ayn. 

En la palabra óneg está al principio de la palabra y en nega está al final. Ayn en hebreo significa también “ojo”, para enseñarnos aquel que abre el ojo para medir, limitar y controlar los placeres, previendo las consecuencias de sus actos, y manteniendo las riendas del control en la mano, tendrá una vida llena de placer y óneg. Pero quien cierra el ojo y simplemente disfruta y goza desproporcionadamente, perdiendo el control de sí, al final, cuando le llegue la factura, abrirá el ayn, el ojo. Sin embargo, ya será tarde porque lo nega ya estará instalado. 

Abramos bien el ojo y aprendamos la filosofía de para disfrutar de la vida a plenitud. La filosofía del placer Lo que leerán a continuación podrá cambiar por completo su visión de los placeres. Además les dará la fórmula del goce total. 

El Rabino Eliyahu Dessler, gran pensador y filósofo, rompe el esquema que todos tenernos del placer con una simple pregunta: “¿Qué es lo que causa al ser humano el sentido del placer?”. 
La mayoría contestaríamos: placer es comer, ver un partido de futbol, beber un jugo helado en un día caluroso, ver una película, escuchar a un cantante, entre otros. Sin embargo, Rabí Dessler rechaza esta respuesta y dice: “Nada de esto es lo que causa el placer, ya que si el chocolate es lo que nos causa el placer, ¿por qué al terminar de comernos toda una tableta, y empezar a comer otra y otra más, ya no lo disfrutamos, e incluso puede causarnos vomitar? Si el objeto es el que nos causa el placer, no debería tener un límite”. Y agrega: “Ninguna de estas cosas nos provocan placer. 

Lo que provoca placer es el vacío, la necesidad el deseo, el hambre, la carencia. Al llenar el hueco que sentíamos por el chocolate sentimos placer; sin embargo, el siguiente bocado no nos resulta placentero, porque ya no hay ningún vacío”. Es una idea revolucionaria. Tomando en cuenta lo mencionado anteriormente de que los placeres provienen del elemento agua, esto se entenderá mejor. El agua necesita un estanque, un recipiente para estar en él. Si llenamos un vaso pequeño con agua y ésta llega al borde, diremos que el vaso está lleno. 

Pero si ponemos la misma cantidad de agua en un vaso tres veces más grande, diremos que hay muy poca agua en él. Es decir, dependiendo del recipiente se evalúa la cantidad de agua. Así ocurre con los placeres. Cuando uno mismo se abre un agujero muy amplio, los placeres tienen que tomarse en cantidad mucho mayor para llegar a sentir el placer de estar lleno. En cambio otro, que limitó y controló el tamaño de su vaso con un poco de aguas placenteras, ya se sentirá lleno. Por ejemplo, tomemos el hecho de disfrutar del placer de tomar vino. 

Para unos, tomarse una copita mientras comen es un placer muy grande y se levantan de la mesa satisfechos con el buen sabor que tenía el vino. Para otros, que abrieron dentro de sí un hueco de placer demasiado grande, una copa no les da placer; quizás una botella, pues se autoeducaron a pensar que tomar vino sin llegar a emborracharse no es placer. Entonces no tendrán otra más que tomar y tomar hasta perder la cabeza, y sólo borrachos se sentirán llenos y satisfechos. 

Así sucede con todos los placeres de la vida. Todos dependen del vacío interior que nosotros mismos nos creamos. Respecto al estómago, ¿cuánta comida se necesita para llenarlo y sentirse satisfecho? Pues depende. Si la persona es menuda y delgada, con poca comida ya se sentirá llena. Y si es alguien grande y obeso, necesitará mayor cantidad. Así sucede en la vida con los placeres. 

Hay algunos que se controlaron y se dominaron para mantenerse “delgados” y poca cantidad de placer los llena, a diferencia de otros “obesos y golosos”, cuyos niveles de placer para sentirse satisfechos son tan exagerados que incluso corren peligro, Y lo peor es que en caso de escasez de comida, el delgado igual se sentirá satisfecho, ya que con poco le alcanza: sin embargo, el obeso estará en problemas. 

Esto se refleja, por ejemplo, al hacer un viaje y el único lugar que queda en el avión es hasta atrás y en medio, y el único hotel disponible es uno de tres estrellas, y el único restaurante que queda abierto es uno muy simple. Con este panorama, el hijo de un millonario, digamos, que toda su vida respiró lujos y el único lugar en el avión que conoce es en primera clase, y los hoteles en que se alojó son de cinco estrellas o más, y los restaurantes en que comió fueron para gourmets, se sentirá terriblemente mal, ya que estas “pocas aguas” no alcanzan a llenar el estanque interior que tiene. Sin embargo, una persona común y corriente se sentirá afortunada de volar en un avión, de dormir en un hotel y de comer en un restaurante, incluso de esa calidad, ya que representan suficiente agua para llenar su pequeño vaso. ¿Placer o necesidad? 

Cuando educamos a nuestros hijos, sin darnos cuenta les estamos abriendo recipientes de placer y el tamaño de éstos normalmente depende de nosotros. Ningún niño nace con placer por el fútbol, la música o la Toráh. Nosotros, como padres y educadores, les abrimos el vaso del apetito por el placer. Por ejemplo, desde chiquito compramos al niño el uniforme de un equipo famoso de fútbol y un balón, lo sentamos con nosotros para ver un partido, hacemos que escuche nuestros gritos de emoción e incluso lo llevamos al estadio y luchamos allá para que alcance a tocar al jugador y obtenga un autógrafo. 

Para este niño, el fútbol será un placer y quizás la música será su mayor aburrimiento. A otro, sus padres lo educaron para gozar de instrumentos musicales, le compraron un piano o una guitarra, un maestro particular le enseñó a dominar el instrumento, le compraron discos musicales e incluso lo llevan a conciertos; en su recámara tiene una gran foto abrazado con el director de una sinfónica. Este niño lo más probable es que goce de la música y tal vez el fútbol no lo atraiga. 

Igual sucede con el niño al que educaron a amar a Hashem, a rezar con concentración, leer la parashá, estudiar la Toráh. Incluso su papá lo lleva a escuchar conferencias y recibir bendiciones de un gran tzadik; le compra libros y hasta uno de ellos está firmado por el mismo rabino autor del libro. Este niño disfrutará de una vida espiritual, un Shabat y una clase de Toráh. Y quizá la discoteca y la música de rock no le atraigan, e incluso le molesten. 

Y así sucesivamente en todos los casos y en todas las casas, por lo regular educamos a nuestros hijos a que disfrutar y qué no, y qué cantidad de aguas (placer) necesitan para satisfacerse. Y por supuesto, no solamente los padres son quienes abren los “estanques” de placer, sino también la sociedad, el entorno y la naturaleza individual de cada uno pueden llegar a ofrecer todo un menú de placeres. Sin embargo, nos cuesta entender que al darles todo y en mucha cantidad les abrimos tanto el “apetito inferior” que el día de mañana se les hará difícil disfrutar con menos que eso. Por ejemplo, si yo digo a mi hijo: “Apréndete un salmo de Tehilim de memoria y te daré un cuadrito del chocolate. Y si lo dices sin ningún error, te daré dos cuadrito de toda la tableta”. 

Digamos que el niño lo hace y recibe uno o dos cuadritos por cada salmo. Si un día, sin ningún motivo especial, le doy por un pequeño salmo toda la tableta, y lo recompenso de la misma manera por los siguientes salmos, después de unos días en que ha estado recibiendo toda la tableta no podré satisfacerlo de nuevo con un solo cuadrito, ya que la proporción de la recompensa por aprenderse un salmo creció. Y al recibir menos, él ya se sentirá vacío y mal pagado. 

Este ejemplo del chocolate se aplica a todo lo que damos a nuestros hijos, desde la calidad de casa, cuarto, marcas de ropa, viajes, etc. Cuando se acostumbran a mucho de niños, entonces, cuando se casen, si la situación no presenta la cantidad de “agua” necesaria para llenar el gran vaso que adquirieron, sufrirán de mucha sed. Hace tiempo atendí un caso de problemas de pareja que ella reclamaba: “Es que él no tiene suficiente para llevarme a esquiar dos veces al año”. La verdad, no pude creer lo que escuchaba. 

¿Acaso vale la pena dar fin a un matrimonio por no esquiar dos veces al año? Sin embargo, al indagar un poco más, entendí todo. De pequeña, los padres de la mujer la acostumbraron a tener este tipo de placer y la situación económica lo permitía. Y aunque ellos lo hicieron para darle placer, en ella se convirtió en necesidad. 

Por eso ahora sufre debido a que los lujos de los padres se convirtieron en necesidades de los hijos. No codiciarás Podemos ver gente con casas bonitas, un coche, trabajo y manutención, familia bonita, y con todo eso van por la vida tristes y con una sensación de vacío, ya que el lujo que vieron en casa del vecino, el auto moderno que maneja el amigo, la riqueza que posee su jefe, abrieron en ellos un vacío tan grande que las aguas que tienen no alcanzan a saciarlo. Por eso la Toráh dijo: “No codiciarás ni desearas lo que tiene el otro” (Debarim 5:18). 

Y ahora entendemos la filosofía del porqué: al desear y codiciar tanto, abres en ti un vacío tan grande que lo que te toca tener y vivir no te llena y, por tanto, no te alegra, y vives amargado sin disfrutar de lo que tienes. Este concepto lleva a una ramificación muy delicada, que es la infidelidad. Cuestionémonos: ¿acaso es posible que vivas siempre con la misma pareja, y que ésta te proporcione placer y llene tu vaso sin llegar a hartarte o aburrirte de ella? La respuesta es: depende. Si vas a lugares de tentación o ves imágenes o películas sugestivas, codicias y deseas a la esposa de tu prójimo, o te llenas de fantasías prohibidas, todo eso abre en ti un hueco tan grande que de seguro tu pareja no podrá llenarte, y lamentablemente, buscarás y pastarás en campos ajenos para conseguir más aguas que te sacien. 

 Si vivimos de acuerdo con la recomendación de Hashem en la Toráh, cuidando nuestros ojos, no yendo a lugares de tentación ni mixtos, no viendo cierto tipo de películas, guardando el recato y no deseando o codiciando nada ni nadie, lograremos controlar el tamaño del vaso y nuestra pareja seguro nos va a llenar. Y si agregamos el poderoso ingrediente de la ley de pureza familiar —por medio de la abstención de relaciones conyugales durante algunos días del mes—, creamos en nosotros un vacío y un deseo, el cual se llena y se desborda en el día de la tevilá. 

Así es con todos los placeres de la vida: controlando el tamaño de las expectativas el placer es mayor. Ahora entenderemos cuál es la problemática de los jóvenes en la actualidad. Se sienten tan vacíos porque hay dentro de ellos “agujeros negros” como los que se encuentran en el espacio, y estos les provocan que quieren tragarse al mundo. Y a pesar de tantos placeres que obtienen, nada los llena. Y lo peor es que mientras buscan el placer incrementan la dosis, la cantidad y la frecuencia… Convierten todos esos placeres en adicción y necesidad, y ya no les proporcionan placer. Y las aguas que en cantidades mesuradas normalmente les dan vida, se convierten en una inundación y en un círculo vicioso, como un remolino en el cual terminan ahogados. 

Secar el manantial Como señalamos hasta ahora, cuando un elemento se sale de proporción y nos causa daño debemos irnos al otro extremo por un tiempo para poder después dominarlo; es decir, llevar a cabo lo que se denomina en hebreo Teshuvat hamishkal. Sólo hay que saber algo muy importante: secar el manantial por un tiempo debe hacerse con cuidado, orientación y un plan adecuado; de lo contrario es como un resorte que, al comprimirlo demasiado, se desata sin control. Como en el caso de Noaj, que estuvo encerrado en el arca durante un año alejado de los placeres, cuando salió de ella, él mismo se emborrachó y su hijo cometió un acto obsceno e inmoral. 

El secreto para no desatarnos sin control está en nuestra mente, la cual en ese periodo de sequía tiene que reflexionar, analizar y ver lo negativo, y la mala situación a la que llego debido a la inundación de las aguas placenteras. Prácticamente todo reside en la diferencia entre aguantarse y controlarse. Aguantarse significa: “Lo quiero, pero no puedo…”. Y controlarse consiste en: “No lo quiero, ya que es dañino para mí…”. La diferencia será notable cuando ya no haya control: el que se aguantó porque no pudo, ahora puede y quizás vuelva a caer, y el que entendió a plenitud con su mente y logra dominarse, también sin ser controlado se cuidará. 

Por ejemplo, un fumador o un bebedor cuya esposa lo amenaza con que si vuelve a su vicio se divorciará de él, a fin de conservar su matrimonio y no provocar el enojo de su pareja decide no fumar o tomar. Esta persona puede catalogarse como alguien que se aguanta, pero no se controla, y a la primera oportunidad que tenga, cuando ella no esté o él salga de viaje, volverá a hacerlo. Sin embargo, si a raíz de la petición de ella tomo cursos y asistió a pláticas donde le explican lo dañino que es y las consecuencias negativas a que le puede llevar su adicción, entonces podrá adquirir el control de la situación y bajo cualquier circunstancia, no volverá a caer. 

 Aunque los deseos lleguen a tener complicaciones, debemos saber que nadie puede vivir sin deseos, con un manantial prácticamente seco, ya que una vida de abstención de todo tipo de placer no es vida, e incluso está prohibido por la Toráh, pues el que no tiene deseos de ganar dinero nunca saldrá a trabajar ni tendrá aspiraciones para lograr una vida mejor, de la misma manera que quien no tiene deseos de honor nunca se desarrollara públicamente ni será una persona exitosa. Todos los deseos son necesarios… solamente que deben ser controlados y mantenidos en equilibrio. 

Se relata en la Guemará que durante la época del Segundo Templo, al ver nuestros Sabios que el deseo sexual en el pueblo había alcanzado niveles desproporcionados, se congregaron para realizar un ritual de rezo muy profundo mediante el cual podían opacar ese deseo. El resultado fue que durante tres días ninguna gallina puso huevos. Es decir, redujeron tanto el deseo sexual que ya no hubo ningún contacto físico… ni entre animales. Con esto comprendieron que este deseo es necesario pues sin él se evita la llegada de futuras generaciones, por lo que anularon lo hecho y dejaron que el mundo siguiera su rumbo. 

Con esto los Sabios nos demostraron la problemática de los extremos: ninguno de ellos sirve para la vida. Además, en el tratado de Taanit (11a) la Guemará trae la opinión del gran Rabino Shemuel: “Una persona que ayuna mucho, por esa abstención se le considera pecador’. Basa esta declaración en lo que dijo el gran Taná Rabí Elazar: “El nazareo (es decir, el que ha jurado abstenerse de muchos placeres, por ejemplo, no tomar vino y abandonar su belleza al dejarse crecer el cabello y la barba, etc.), al finalizar la fecha de su voto traía un sacrificio, y dice la Toráh: ‘Con este sacrificio se le perdonará el pecado que cometió con su alma”. 

Pregunta Rabí Elazar: ¿Qué pecado cometió el nazareo? Y responde: Afligió su alma al no disfrutar de placeres permitidos”. Este relato nos hace entender la visión del judaísmo: no vivas con tu manantial seco ni desbordado; goza del vino pero con control; disfruta de una relación, pero solo con tu pareja y en los tiempos permitidos; disfruta del dinero, pero sólo el que hayas obtenido honestamente; y así sucesivamente en cada placer que Hashem implantó en el mundo. 

Mientras tengas control, lo disfrutarás. Sin embargo, ten cuidado con los placeres que te absorben, ya que dejarás de ser rey y serás esclavo de ellos. Cuentan que durante una de sus campañas militares, Napoleón Bonaparte dormía en el campo rodeado de sus soldados. De repente, a mitad de la noche una terrible sed lo despertó y dio inicio una lucha interna en él: “Estoy cansado. No tengo fuerzas para ir hasta el manantial para beber… Pero no puede ser que el cansancio domine a Napoleón”, pensó. Así que se levantó para ir a beber. Entonces se dijo: “No puede ser que un vaso de agua venza a Napoleón y le quite el placer de dormir”. 

Por tanto, regresó a la cama. Sin embargo, se cuestionó: “¿No será que de nuevo me ha conquistado la flojera?” y así sucesivamente batalló una y otra vez consigo mismo. ¿Quién lo estaba venciendo? Al final, decidió levantarse, ir hasta el manantial, no beber y regresar a dormir, y se dijo: “No me ganó la flojera ni la sed”. Sin embargo yo creo que en realidad lo único que le ganó fue el orgullo. Nunca debemos ser tan duros con nosotros mismos ni tan controlados. Placeres puros Hay personas que viven en el puro placer y otras que buscan el placer puro. 

Cuando Hashem creó el mundo, dice uno de los primeros versículos de la Toráh que todo estaba lleno de agua y posteriormente Hashem separó entre las aguas terrenales y las aguas celestiales. En la dimensión del Rémez, esto tiene un significado maravilloso, tomando en cuenta lo que dijo Rabí Jaim Vital respecto a que el elemento agua se encarga de los placeres: Hashem creó un mundo lleno de aguas, es decir, lleno de placeres, pero los separó en placeres terrenales y celestiales. 

La persona tiene el libre albedrío de decidir qué clase de aguas la llenarán, con qué fuente de agua regará su jardín de vida. Por ejemplo, puedes llenar tu vida de puros placeres terrenales: comer, dormir, viajar, gastar, comprar, etc. Pero debes saber que hay otra fuente de agua y si abres un vacío en ti para tomarle gusto, te permitirá disfrutar de conceptos de Torah, de cumplimiento de mitzvot, de ayudar al prójimo y al necesitado, llenarte de fe y amor al Creador y muchas cosas más. Sin embargo, debes saber que hay una diferencia, entre las dos fuentes de placer: la terrenal es fácil y resulta casi natural aficionarse y enamorarse de ella; mientras que para obtener la fuente celestial debes hacer un esfuerzo, abrirte a ella, probarla, saborearla, tomarle gusto y, poco a poco, ir disfrutando de ella. 

Unas aguas están abajo y otras arriba. Para llegar abajo sólo debes caer y dejarte llevar, pero para llegar arriba se quiere escalar, realizar un esfuerzo. El resultado vale la pena, ya que no hay nada más dulce, saludable y placentero que las aguas celestiales. Por eso algunas personas te dirán que para ellos el día de Shabat es el más placentero de la semana, por el hecho de convivir con la familia, ir juntos al templo, sentarse a la mesa de Shabat con manjares y cánticos y la reflexión sobre la parashá gozar de clases de Toráh y reunirse en la sinagoga con los amigos de la comunidad. 

A pesar de que en ese día no pueden manejar el auto, usar el elevador, cocinar, encender, la televisión, ir de compras y ni siquiera hablar por celular, nada de eso les afecta, porque aprendieron a no necesitarlo en ese día. No tienen siquiera un agujero para esas aguas y abren uno ese día para las aguas celestiales y espirituales. Y para otros, ese modo de vivir el Shabat parece un arresto domiciliario, lleno de aburrimiento y fastidio. Recordemos que en muchas ocasiones la Toráh se compara con el agua, y la condición imprescindible para estudiarla es tener sed, ya que a una persona que no ha creado dentro de si un vacío y una sed por obtener información celestial y espiritual cualquier clase de Toráh le aburre. 

Pero quien cumple lo dicho en la Mishná de Pirké Abot (1:4): “Bebe con sed las palabra de Toráh”, o como dijo el Rey David en Tehilim (42:3): “Mi alma está sedienta de Hashem”, es el que la disfruta. Por ello la Toráh se entregó justamente en el lugar en que más se sufre la sed: el desierto, y cada gota de agua que caiga en el rápidamente se absorberá en sus ardientes arenas. De la misma manera hay que sentirnos con las aguas celestiales. Equilibrar las aguas Repito lo que afirma Rab Dessler: nada causa placer, ni siquiera el Shabat, la Toráh o las mitzvot. Todo depende de la clase de sed con que te educaste. Hashem nada más te ofrece un mundo de placeres, lleno de agua, y te invita a combinar y llenar tu estanque con aguas terrenales y celestiales, dependiendo del momento y las circunstancias. 

Como hemos aclarado ya, el judaísmo te invita a disfrutar de ambas aguas. El ejemplo típico son los días de festividad y el Shabat, en los que se combinan las aguas terrenales, como exquisitas comidas, un gran lejáim con un buen vino, la reunión familiar, amigos e invitados, risas, alegría, etc., y las aguas celestiales, como los rezos, los rituales, las bendiciones y las palabras de Toráh, llenas de reflexión y enseñanzas. Curiosamente, el valor numérico de la palabra “agua” en hebreo suma 90, y si unimos las aguas terrenales y celestiales, dos veces “agua”, obtenemos 180, el mismo valor numérico que las palabras Midá nejoná, “medidas correctas” simbolizando así que el secreto en la vida es saber juntar estas dos aguas en sus medidas correctas, para poseer Kol ze tov veyafé, todo lo bueno y lo bello en la vida – frase que también suma 180. 

Conclusíón En nuestras manos está el tamaño del vaso y la elección de con que aguas llenarlo. Parece ilógico, pero así es. “Tú decides de que disfrutar la vida y cuál es la cantidad que te dejará satisfecho.’ Esta frase vale oro, porque nos deja el control del placer en nuestras manos. No nos eduquemos para disfrutar de cosas dañinas; no nos abramos el apetito por cosas prohibidas; no busquemos llenar el vaso con agua sucia, porque el día de mañana lo lamentaremos. Controlemos el tamaño del vaso, primeramente de nuestros hijos que nacieron sin vaso, y nosotros somos quienes se lo formamos. 

Ayudémosles a disfrutar mucho y siempre, acostumbrándolos a una vida humilde. Y aunque tengamos mucho para darles, nadie nos garantiza que el día de mañana ellos podrían tenerlo. Entre las categorías de pobreza se hallan el aní, el pobre; el dal, que vive en extrema pobreza; y el más pobre de todos el evión, que es el rico que se vuelve pobre. El agujero de este último es tan grande que en esta situación de pobreza sufre mucho más que un pobre. Así que no hay como educar a los hijos dándoles de menos a más, para ir ascendiendo paulatinamente, con pasos pequeños, mismos que causarán cada vez mayor placer. 

Usemos como ejemplo de vida placentera los siguientes casos: digamos que a dos personas se les decreta vivir un nivel económico de clase media, pero una llega a ese nivel después de unos años de pobreza, y la otra llega después de años de vivir como multimillonario. La misma situación de clase media que tendrán las dos, a la primera la llenará de regocijo, placer y alegría, y a la otra de amargura, lagrimas, tristeza y depresión. Así que no importa cuántos lujos des a tus hijos. 

Mientras sean controlados y medidos, y los aumentes y mejores siempre lograrás darles alegría, cosa que no podrás hacer cuando les des todo hoy y mañana menos. Todo depende del agujero. Y en cuanto a nosotros, que no somos niños, y ya cada uno tiene su gran vaso, debemos saber que nos conviene usar el ejemplo del “estómago del obeso”, que necesita muchísima comida para llenarlo. Si quiere dejar de depender de tanta cantidad para satisfacerse, empieza una dieta y, poco a poco va adelgazando y necesitando menos. En casos remotos, incluso necesitará operarse para reducir el tamaño del “vaso” y disfrutar así el día de mañana de porciones normales de comida. 

Aunado a eso, le aconsejaríamos que a partir de hoy ingiriera comida sana, nutritiva, con vitaminas y minerales, no un tipo de alimentación que vuelva a abrirle un gran agujero que perjudique su salud. Así es como debemos educarnos para gozar de las aguas celestiales y puras que nos dan placer sano, bueno para nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestra sociedad. Y por supuesto, nos proporcionan la “visa” para los grandes placeres del Mundo Venidero. Uno debe cuestionarse: “De los placeres que persigo en la vida, ¿soy rey de ellos?, ¿los domino y los controlo, disfrutándolos en la proporción que quiero y cuando yo quiero, o simplemente me convertí en su súbdito?”. 

En otras palabras, ¿Yo llamo al placer para que venga, o el placer me llama y me atrapa? Cuestionémonos: ¿cuánto dinero gastamos en perseguir los placeres? ¿Vale la pena? ¿Qué placeres dañan nuestra salud por los que hoy o mañana pagaremos las consecuencias? Como dicen por allí: “Hasta los cuarenta años uno gasta su salud para obtener dinero. A partir de los cuarenta, uno gasta su dinero por la salud”. 

Pensemos: ¿cuántos de estos placeres que tanto perseguimos afectaron nuestra familia, nuestra vida en pareja, la paz en nuestro hogar o la educación de nuestros hijos, y más que todo, la imagen que les dejaremos como legado para el día de mañana? Reflexionemos: ¿cuántos de estos deseos fueron prohibidos y nos llevaron a transgredir nuestra sagrada ley, factura que terminaremos pagando en el Mundo por Venir? Interroguémonos: ¿cuántos de esos deseos prohibidos nos impidieron disfrutar de muchos placeres permitidos, como nuestra pareja, hijos, hogar, la mesa de Shabat, y nos hicieron perder nuestros principios y valores, estropeando la pureza de nuestra alma? ¿Cuántas aguas sucias mancharon nuestro vaso, y lo peor, le quitaron el sabor a las aguas celestiales? 

No olviden cuál es la fuente de los placeres terrenales: La miel, que es la máxima dulzura, proviene del vomito de las abejas; La seda, con la que se produce una tela de la mejor calidad proviene de la saliva del gusano; El perfume, que es la más aromática esencia, proviene de la orina de liebres y el sudor de animales; El placer carnal se realiza a través de un conducto por el cual se eliminan desechos internos; Incluso, el petróleo, que es llamado “oro negro”, proviene de toda la basura orgánica acumulada a lo largo de muchos años. Sin embargo, así actuamos en este mundo. Perseguimos vómitos y saliva, y gozamos del aroma de la orina, y conducimos nuestra vida con basura. 

A todo esto lo llamamos “buena vida”. Lamentablemente, la miel de la Toráh, proveniente de “la boca” de Hashem, la vestimenta de seda espiritual que nos envuelve con su esplendorosa aura, el fragante aroma de las mitzvot, con la relación entre el cuerpo y el alma, el cielo y la tierra, lo espiritual y lo material, que nos da el “combustible” celestial para conducirnos en la vida, todo esto lo menospreciamos y no lo deseamos tanto. No olvides: La mayoría de las aguas terrenales son saladas, y mientras mas tomes de ellas, más sed sentirás y no te saciarán. Por el contrario, las aguas que provienen de arriba, como la lluvia, son dulces y te sacian… 

En la tierra también hay aguas dulces indicándonos que sí hay placeres terrenales permitidos y necesarios. Las aguas saladas del océano, cuando se elevan hacia el cielo, se convierten en lluvia de agua dulce, para mostrarnos que muchos placeres terrenales, al sublimarlos en un medio para cosas espirituales, se transforman en agua dulce. Relatan que en cierta ocasión llegó un joven millonario a visitar a un rabino que sufría del corazón, por lo que necesitaba estar en cama. El joven entró por primera vez a la casa del rabino para pedir de él una bendición y al ver la pobreza y la humildad en que vivía, le preguntó: Rabino, ¿no tiene televisión? ¿No ve películas? ¿No tiene internet? —No —contestó el rabino. — ¿Cómo puede vivir así? ¿No tiene jacuzzi? ¿Camas grandes? ¿Colchón ortopédico? ¿Ventanas a control remoto? ¿Cómo puede vivir así? 

El rabino no contestó; simplemente cambió de tema y habló de su salud, de lo que le había dicho el doctor. Y antes de que el joven se despidiera, el rabino tomó una de las pastillas recetadas para su corazón y le preguntó: ¿Tienes esta pastilla en tu casa? No —contestó el joven. y este medicamento para controlar la presión arterial No, tampoco. — ¿Cómo puedes tú vivir sin esto? Rabino, es que no lo necesito. No estoy enfermo. Pues yo tampoco necesito nada de lo que tú mencionaste. Lleno el vaso de mi vida con otras aguas. 

El Lado Positivo del elemento agua 

 El agua hace alusión a la bondad, ya que al igual que el agua corre de los lugares elevados, como las nubes, las montañas, etc., hacia los lugares bajos, como la tierra, los valles, así la caridad, la misericordia, y el hecho de ayudar provienen normalmente de arriba hacia abajo, es decir, del pudiente al necesitado. Desde el inicio de la Creación, el Creador dividió todo en dos, la parte que da y la parte que recibe. 

El sol da y la luna recibe; el rico y el pobre, el maestro y el alumno, los padres y los hijos, el cielo y la tierra, etcétera. Nuestra naturaleza es el egoísmo: nacemos para recibir, vivimos buscando placeres y normalmente al encontrarnos con otro ser humano lo primero que pensamos es: “A ver qué beneficio obtengo de éste”, desde buena compañía, amistad, alegría, “palanca”, enseñanza, etc., todo lo cual es opuesto a lo que es el Creador, que sólo da y da… desde la vida a cada criatura y su manutención necesaria en las cadenas alimenticias, hasta el bien a cada ser, tanto terrenal como celestial. Sin embargo, la Toráh y las enseñanzas de nuestros Sabios nos invitan a romper nuestra naturaleza y parecernos a Él, a ser personas de dar, pues al hacerlo adoptamos Su imagen y semejanza, lo que nos lleva a una mayor cercanía y apego a Él. 

La historia de la humanidad comienza con seres egoístas. Por ejemplo, Javá, al comer de la fruta prohibida, inmediatamente se dio cuenta de que fue seducida y engañada y por lógica, no tendría por qué llevar la fruta a su esposo Adam y seducirlo para que también él la comiera. Nuestros Sabios explican que el motivo que la llevó a hacer esto fue el egoísmo, ya que pensó: “Por qué yo seré castigada y el no”. O en el caso de Caín, quien asesinó a su hermano Hébel para obtener más de lo que tenía. Como explican nuestros Sabios, Caín envidió la esposa de Hébel y por obtenerla lo mató. Incluso Nóaj actuó con egoísmo, pues al saber que el y su familia se salvarían del diluvio, no veló ni se preocupó por los demás a fin de lograr el perdón y la salvación ellos. 

La Toráh sigue con la historia del rey Nimrod, el primer dictador, que lo único que quería era obtener honores y súbditos, bienes y poder a cuenta del pueblo. Y el peor ejemplo de egoísmo se refleja en el capítulo que habla sobre la gente de Sodoma y Gomorra, quienes prohibían a los pobres a la ciudad y mataban al que daba caridad. Lo que importaba era tomar y acumular más y más, sin dar nada a nadie. En este panorama caótico, en el que lo único que importaba a todos era recibir, llega al mundo un ser humano diferente: Abraham Avinu, y empieza un sistema de altruismo, abriendo su casa para dar a todos los necesitados comida, bebida y refugio; da de su tiempo para sanar a los enfermos, comparte sus conocimientos con los ignorantes y con los equivocados, y todo esto de forma gratuita. 

Por ello, en la Kabalá, Abraham Avinu simboliza la mano derecha, la mano de la bondad. La mano con la que debemos dar tzedaká y también representa el elemento agua, el cual baja de los lugares elevados a los bajos para dar vida, como la tzedaká que va de los pudientes a los necesitados dándoles mejor posibilidad de vida. Es por esa actitud que Hashem lo elige y lo nombra el fundador del pueblo elegido. Como dice Hashem en el versículo (Bereshit 18:19): “Sé que él ordenará a todos sus descendientes que vendrán detrás de él que cuiden el camino de Hashem haciendo la bondad y la justicia…”. (La palabra justicia y el concepto que contiene se aclararán más adelante.) 

Analizando bien este versículo podríamos subrayar las palabras “el camino de Hashem, lo que significa ” el camino de dar”. Eso es lo que quiere Hashem que seamos y que trasmitamos a nuestros hijos para que también lo sean. No sólo buscar placeres en la vida, sino también darlos. Metafóricamente sería como levantarse por la mañana con un cántaro lleno de agua dulce y refrescante y buscar a quien servirle de esa agua placentera y sacarle una sonrisa. Y la lista de clientes es bien larga: Alegra a Hashem con el rezo del amanecer. A tu pareja, con una sonrisa y un elogio. 

A tus padres, que ven la buena persona en la que te has convertido. Al portero de tu edificio, a quien saludas amablemente A cada uno de tus amigos, ya sea por medio de una ´palabra de Toráh, un chiste, una buena noticia. A la gente con la que te cruzas en el día, saludándola con una sonrisa cálida. E incluso a tus seres queridos que ya están en el Mundo Venidero, con un acto que eleve sus almas, llenándolos de gran alegría y honor. Y ni hablar del pobre, del necesitado, o simplemente de alguien que requiere de un consejo, un abrazo o compañía. 

Como dije, la lista es larga. Sólo hay que querer ser una persona que da y no únicamente que recibe, usando el elemento agua, del cual todos estamos formados. Quizá por eso Hashem nos hizo con un cuerpo, que por una parte es un recipiente para recibir, y por la otra, nos creó con 75% de agua en el cuerpo, para enseñarnos que lo que espera de nosotros es que demos y no sólo que recibamos. En el libro Imré Shéfer, del rabino Shemuel Pinjasi, dice que este concepto fue insinuado por Hashem en el mapa de la Tierra de Israel, ya que en el norte hay una montaña Ilamada Jermón, que está cubierta de nieve y de ella bajan varios ríos que se concentran en el primer lago llamado Kinéret, con forma de corazón, cuyas aguas son dulces, ricas, llenas de vida acuática y la mayor parte del Estado de Israel bebe de esas aguas. 

Del lado sur de este lago, se abre un canal conocido como el Rio Jordán, donde las aguas del Kinéret corren hacia abajo el segundo lago, conocido como el Mar Muerto, que tiene un contenido tan alto de sal que no permite la vida en él y nadie puede saciarse con sus aguas. De ahí el agua ya no corre más abajo; se queda estancada. Cabe preguntar: ¿cómo puede ser que de la misma fuente de agua haya tanta diferencia entre sus dos estanques? Obviamente, si preguntáramos a un geólogo tendría una explicación. Sin embargo, como ya sabemos, todo en la vida contiene un mensaje para nosotros. 

El Rab Pinjasi explica que el lago kineret recibe las aguas de arriba y sabe darle agua a quien esta abajo. Por eso está lleno de vida y es dulce. Así es la persona de buen corazón, que sabe recibir, pero también sabe dar. Es una persona dulce y llena de vida. Sin embargo, el que sólo sabe recibir de arriba y no da a nadie, se compara al Mar Muerto: “salado” y sin vida. Usemos el lado positivo del elemento agua que poseemos para ser personas que dan, asemejándonos a Hashem, obteniendo de esta manera cercanía a Él, así como su cariño y bendición. 

Controlemos la Bondad Como vimos anteriormente, también las cosas positivas (por ejemplo, el estudio de la Toráh y los rezos) deben tener un control y un límite, ya que la falta de ellos siempre causa daño. En este sentido, también cuando uno hace una obra de caridad o ayuda a alguien, debe saber que hay un límite que al ser rebasado convierte ese acto en una prohibición. Como dice en el Shulján Aruj, en las Leyes de Tzedaká (Yoré Deá 249:1): “Habitualmente uno debe dar una cantidad básica, que es el 10% del dinero que ganó, y lo máximo que puede dar es el 20%”. Y agrega el Ramá: “Y que no dé más de esto para que no llegue a empobrecerse el día de mañana y necesite él mismo ayuda”. 

Esta ley no se aplica únicamente a la ayuda monetaria llevándola a la dimensión del Rémez, implicaría también en cualquier área de ayuda. Por ejemplo, si queremos ayudar a una persona que padece problemas y traumas del pasado, a pesar de que tengamos toda la disposición para hacerlo, si carecemos de experiencia o de habilidad, esta ayuda podría abrir heridas del pasado en nosotros y perjudicarnos, lo que pudiera provocar que nosotros mismos el día de mañana busquemos ayuda. 

Otro ejemplo es intentar explicar la Toráh a un ateo; aun cuando la intención sea buena, debemos medir nuestra capacidad y analizar si estamos preparados para un debate con alguien que quizá termine confundiéndonos y corramos nosotros mismos un peligro. Hay que aclarar que no es porque él tenga la razón, porque no la tiene, sino por nuestra falta de información. Como en el deporte del box, si eres peso pluma no puedes subir al ring contra un peso pesado. 

A pesar de tu buena intención, debes retirarte, conocer tu límite y dar paso al peso pesado. En caso de que éste no aparezca, tienes permitido dejar a tu prójimo en su situación equivocada, con todas las consecuencias de ésta, con tal de que no arriesgues tu vida. Todo esto se aprende de la Guemará (Babá Metziá 72a), que analiza el siguiente caso: dos hombres caminan por el desierto y a uno se le acaba el agua y al otro le queda muy poca. Si la toma, vivirá para cruzar el desierto. Si la comparte morirán los dos. ¿Qué debe hacer? 

Ben Petorá opinaba que la dividieran entre los dos, aunque ambos mueran, y que uno no vea la muerte del otro. Sin embargo, el gran Rabí Akivá opinó en forma contraria y estableció la ley: el dueño del agua, a pesar de la mitzvá de hacer bondad con el necesitado, limitará el agua para sí mismo, velando de esta manera por su vida, ya que, en este caso, tiene precedencia sobre la del otro. De ahí que el Rey Salomón dijera en Kohélet (7:15): “Vi justos y bondadosos que se perdieron por su justicia y bondad”, No seas demasiado justo ni bondadoso, y no te creas muy inteligente, porque te quedarás desolado y vacío”, queriendo decir que perder el control, incluso sobre las cosas buenas, lleva a la ruina. Así también, dijo el profeta Amós (5:24): “Vierte como el agua tu justicia y tu bondad”. 

Y cabe preguntar: ¿qué tiene que ver aquí la palabra justicia? Con lo explicado anteriormente se entiende: ¿quieres hacer bondad? Primero haz un análisis justo de cuánto tienes que dar y de qué forma lo darás para que no te perjudique, como dijo Hashem respecto, a Abraham: “Sé que educará a sus hijos a hacer bondad con justicia”. En otras palabras, bondad controlada. 

Este concepto lo hallamos en las parejas que conformaron el Pueblo de Israel, nuestros Patriarcas y nuestras Matriarcas. 
Abraham Avinu era excesivamente bondadoso pero su esposa Saráh era totalmente lo contrario: rígida, dura y con mucho control. La Toráh relata que cuando llegaron los tres invitados a la casa, Abraham le pidió que les preparara comida con harina (la cual es costosa por el esfuerzo de moler bien el trigo), y Saráh dijo que no, que les prepararía sémola, que es más barata. Esta situación es la que refleja exactamente el equilibrio. 

Uno necesitaba al otro, más que todo, la bondad de Abraham requería de un límite, pues si los dos fuesen bondadosos, al invitado que llegara le darían todos los manjares y los más costosos; incluso le regalarían la mesa con las sillas; y hasta le dejarían la casa para ellos irse a vivir a otro lado. Y si los dos hubieran sido como Saráh, quizá ningún invitado habría entrado. La combinación ideal es dar, sí, pero con límite. 

A esta pareja le nació un hijo llamado Itzjak, que fue rígido como su mamá. Y como dice el Midrash: “Muchas de las personas que acercó Abraham huyeron de la rigidez de Itzjak”. Por ello, cuando el mayordomo Eliézer salió a buscar una mujer ideal para Itzjak, el requisito que ésta debía cubrir era poseer una bondad extrema:
“A la que yo pida un vaso de agua y me conteste: ‘Pues daré a ti y a los diez camellos que traes’, ésa será la mujer adecuada para Itzjak”, ya que uno necesitaba del otro, el abrir su corazón y su mente para ofrecer ayuda a cualquiera ella para poner límite y control a su inmensa bondad. 

A esta pareja le nació el hijo llamado Yaacov Avinu, quien refleja el equilibrio entre estos dos extremos. Por ello la Kabalá, Abraham (y Rivká) se reflejan en la mano derecha, denominada Jésed; e Itzjak (y Saráh), en la mano izquierda, denominada guevurá. Pero Yaacov se refleja en el Tórax simbolizando el equilibrio entre los dos. Y debido a que su otro nombre fue Israel, se nombró así a su pueblo, para simbolizar el camino del medio, el del equilibrio entre el gran deseo de dar, colaborar y ayudar, con el análisis de la cantidad, la forma y el tiempo. 

Y el ejemplo siguiente lo representa: digamos que te encuentras con uno que cruzó el desierto y se halla en estado crítico, completamente deshidratado. No porque tengas mucha agua fría le abrirás la boca y se la darás en abundancia y de un solo golpe, pues de esa forma lo matarías. Debes analizar la situación, medir las cantidades de agua que puede recibir al principio; analizar la forma en que se la iras dando, desde lavar su cara, mojar sus labios, echar pequeños sorbos dentro de su boca, y así poco a poco hasta saciarlo. Prácticamente podríamos decir que tu control y limitación es lo que le salva la vida. 

Este concepto y esta enseñanza se aplica a aquellos que les gusta ayudar tanto a los necesitados y ser voluntarios en comités que abandonan y descuidan, por esta noble causa, su vida matrimonial, su familia, sus negocios y hasta su salud, algo que al ser descontrolado y sin límites, es negativo, dañino y, por tanto, prohibido. Como dijo el Rey Salomón en Shir HaShirim (1:6): “Me pidieron que cuidara las viñas de los demás y mi propia viña la he abandonado”. Así no debe ser. Una vez más, aprendemos así la regla inquebrantable: todo absolutamente todo, debe tener un control y un limite… incluso las cosas buenas. 

 Extraído del Libro -El Control de la Vida- Rab Anidjar.

domingo, 18 de febrero de 2018

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Taller Marzo 2018. Conectando con la Diez Sefirót



Conectando con la diez sefirót es un programa desarrollado para canalizar cada carta del oráculo, dentro de un camino de búsqueda interior , de quien se sumerge en las aguas de la cabalá, e ingresa sabiendo que en el, existe, como registran los sabios de la Cabalá, “el punto en el corazón”. 

Este punto es el recuerdo de Luz de otorgamiento. 
Es el despertar hacia la conexión con el Boré (Creador) 

Estas nekudot , este inicio, procede de nuestra neshamá (Alma), que a su vez, no es total, hasta que todas las chispas puedan elevarse y así encontrar la unidad en el todo. Cada carta del oráculo refleja nuestra inquietud, nuestros deseos, nuestra salida, y por sobre todo, el trabajo de nuestro tikun (rectificación). 

El taller consta de dos encuentros aproximadamente 1 hora y media, cada aprendiz se le otorga una copia de los oráculos, para su uso personal y su sistema. 

Comienza el Sabado 3 y 17 marzo de 17hs a 18:30 apx. 
Zona Lanus Este. Prov. Buenos Aires. 
 Consulta por mensaje privado a esta misma página, o escriba a losescritos@gmail.com

lunes, 15 de enero de 2018

Origenes



¿Qué significa la palabra “Cábala”? Se deriva de la raíz “Kabal”, que quiere decir “recibir”. Éste vocablo implica que se trata de un tipo de sabiduría que es recibida (R.Abraham Abulafia, Sefer haJeshek 31a, Bezot lo Yehuda 15). 

 La Mishna declara: “Moshe Kibel la Tora en el Sinai y la transmitió a Yehoshua. Yehoshua la transmitió a los Ancianos…”(Abot 1:1, likutey Tora del Arizal, y otros)

Moshe fue el maestro de todos los profetas (Tikuney Zohar 18, 31b.). Él llegó a comprender la Tora completamente. 
[Moshe tuvo así acceso a todas las cuarenta y nueve puertas de la Sabiduría, Zohar I, 260b, e innumerables otras fuentes] En este sentido, su visión profética es análoga al de un recipiente abierto que siempre es capaz de recibir más. Quizá el secreto de la capacidad profética de Moshe era que cuanto más transmitía a otros, más era capaz de recibir. 

Es por esta razón que la Mishna precisa que “Moshe recibió Tora” , ya qué él constituyó el paradigma de recepción (Cabalá) de la experiencia profética (Shaare Kedusha 3:6, Ramban a Shemot 34:19, y otros). En este sentido, la idea central de la Cabalá consiste en imbuirse completamente de la Tora y conectarse con ella en todos sus niveles posibles. [Es por eso qué la Tora es frecuentemente designada como PaRDes, acrónimo de las palabras Peshat (sentido llano), Remez (alusión), Derush (análisis) y Sod (misterio). Véase Zohar III, 110 a, y muchas otras fuentes. 

Cuando se agrega el quinto nivel de comprensión de la Tora, Razín Setimín (misterios ocultos), los niveles de interpretación se corresponden con los cinco niveles del alma, y los cinco universos (Deguel Majane Efraim, Haazinu 77c, citado en Sefer Baal Shem Tov, Yitro 9.)] Sin la Cabalá una persona podría comprender la Tora en varios niveles. Sin embargo, la única forma de captar todos los matices de la Tora es por medio de la sabiduría profética que está contenida en la Cabalá (Derej Hashem 3:3:1-2). 

 Ahora podemos comprender qué fue lo que Moshe “Transmitió a Yehoshua” y así sucesivamente. En Bemidbar 27:20, la Tora relata que Hashem dijo a Moshe que impusiera su espíritu sobre Yehoshua. Esto quiere decir que Moshe debía imbuir a Yehoshua con su propio espíritu de profecía. Según un antiguo Midrash, esto incluía los métodos y las disciplinas necesarias para adquirir el nivel profético. Por consiguiente, lo que Moshe transmitió a Yehoshua fueron las fórmulas para acceder al estado profético. Estas fórmulas constituyen la tradición cabalística. 
 A lo largo del periodo de los Profetas, la Cabalá fue preservada por los profetas principales y transmitidas a discípulos selectos (siempre es necesario un maestro que sirva de guía). Durante esa época el Santuario (y más tarde, el Primer Templo), sirvió como punto focal de todas las experiencias proféticas. [La cámara situada en la parte más interna, tanto del Santuario (Mishkán) en el desierto como del Templo (Bet haMikdash), era el Kodesh HaKodashim -el lugar Santisimo-, en medio del cual estaba colocada el Arca de la Alianza y los Querubines. 

La estructura total del Arca y los Querubines es descrita en detalle en Shemot 25:10-22 y 37:1-9. Fueron construidos bajo la supervisión de Moshe después de que descendió del monte Sinai. Hashem dijo a Moshe: “Yo me comunicare contigo, y te hablaré por encima de la cubierta del Arca, de en medio de los Querubines que están en el Arca del Testimonio”(Shemot 25:22). Este versículo implica que el flujo primario de la profecía llegaba a través de estos dos Querubines situados en el Kodesh HaKodashim. Y lo que era cierto respecto de Moshe también aplicaba a los demás profetas] Cuando el Templo fue destruido, al profeta Yejezkel le fue mostrada una visión que tenía como finalidad señalar el final del periodo de mil años de profecía. 

 Esta visión es conocida como “Maase Merkaba”, la Disciplina o el Arte del Vehículo. A diferencia de los mensajes proféticos previos, la visión de Yejeskel incluía una descripción detallada del ascenso espiritual del profeta, así como de los obstáculos que enfrentó antes de poder escuchar la voz de Hashem. Dado que vivía en la época del cierre de la profecía, la visión de Yejezkel tenía que contener instrucciones precisas acerca de como alcanzar y entrar en el estado profético. No obstante, estas instrucciones fueron dadas en un lenguaje altamente oscuro y ambiguo. 

El resultado fue que para todo efecto práctico, la tradición cabalística permaneció más oculta de lo que había sido hasta entonces. Al llegar la época de la construcción del Segundo Templo, la llave de entrada a la tradición cabalística fue transmitida a los últimos profetas y a los más grandes sabios del pueblo de Israel. Juntos esos profetas y sabios, integraron el conjunto de 120 miembros de los Hombres de la Gran Asamblea (Anshe Keneset haGhedolá). Fueron estos sabios quienes formularon el texto de la Mishna citada en el tratado de Jaguiga, que dice: “El conocimiento de Maase Merkaba sólo puede ser enseñado a discípulos individuales (uno por uno), y éstos deben ser sabios y comprender a partir de su propio conocimiento. 

 Restringiendo sus prácticas místicas a un reducido número de maestros de Cabalá, estos sabios se aseguraron de continuar la transmisión de la tradición cabalística. Fuera de este circulo de maestros místicos, éstas practicas permanecían casi totalmente desconocidas. Ésta fue la norma que siguió hasta justo después de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 e.c. Fue sólo entonces que las cosas comenzaron a cambiar. Analizando en retrospectiva ese periodo histórico, podemos observar que incluso después de que el Segundo Templo fue destruido, el Imperio Romano continuó permitiendo que un remanente de judíos siguiera habitando en la Tierra de Israel. No obstante, como consecuencia de la rebelión de Bar Kojbá contra los romanos en los años 132-135 e.c , la situación se deterioró drásticamente. 

En esa época, los romanos adoptaron el propósito de extirpar los últimos restos de Tora del pueblo de Israel. Las persecuciones del emperador Adriano contra los judíos llegaron a tal intensidad que todos los maestros de Tora fueron condenados a muerte. Ésta fue la época de los Diez Mártires, entre quienes se contaba a los transmisores finales de la tradición cabalística. Como resultado de estas persecuciones, la tradición oral de Tora desde su revelación y en especial, la tradición de la Cabalá, corrió el riesgo de ser olvidada. Fue en esa época que Rabí Akiba recibió la tradición por parte de sus Maestros. Él fue considerado el más grande sabio de su generación, Maestro tanto de la Tora revelada como de la esotérica. 

Rabí Akiba fue uno de los receptores de la tradición mística de la Merkaba. Muchas fuentes atribuyen a Rabí Akiba la autoría del “Sefer Yetzirá” (Libro de la Formación), uno de los textos cabalísticos mas antiguos y esotéricos. Fue Rabí Akiba quien transmitió estas enseñanzas místicas en un formato preciso y definido. En esa época, Rabí Nejunia ben haKana y su discípulo, Rabí Ishmael ben Elisha, quien era el Kohén Gadol, pusieron por escrito el Sefer HaBahir (Libro de Iluminación o Resplandor), así como Pirke Hejalot Rabatai (Gran Libro de los Aposentos Celestiales). 

Estos dos sabios escribieron las tradiciones que habían recibido con la finalidad de preservarlas del olvido. El conocimiento contenido en el Zohar que fue uno de los principales pilares de la Cabalá, fue enseñado por Rabí Shimon bar Yojai alrededor del año 135 e.c. Rabí Shimon también vivió durante esa época turbulenta en la que los romanos, perseguían y asesinaban a todos los grandes Maestros, quienes eran los únicos transmisores de las tradiciones reveladas y ocultas. 

Durante los trece años que Rabí Shimon permaneció escondido en una cueva con sus discípulos, se dedico a enseñar lo que había transmitido de sus Maestros. Fue también durante ese periodo que recibió Inspiración Divina (Ruaj HaKodesh) y se hizo digno de recibir la revelación del profeta Eliahu. Una tradición oral antigua estipulaba que si la Tora Oral corría el riesgo de ser olvidada, era permitido ponerla por escrito. Por consiguiente, todos los Maestros establecieron el precedente de comenzar a escribir ciertas partes de la tradición oral. A pesar de eso, todos esos textos no recibieron su forma final hasta varias generaciones después. 

 Los textos mencionados, Sefer Yetzira, Sefer HaBahir, y Pirke Hejalot Rabatai y el Zohar, así como las diversas partes de la Tora revelada -contenían las enseñanzas básicas que habían sido transmitidas de Moshe a los profetas y a los sabios. El tiempo había llegado para poner todo eso por escrito. Ahora bien, todos esos textos son tan impenetrables que uno podría preguntarse qué se gano con ello. Lo mismo que la Tora en su época , el conocimiento puesto por escrito siguió siendo impenetrable. 

Las claves de su comprensión seguían siendo orales. Sólo se había puesto por escrito lo mínimo para asegurarse de que sólo el individuo ya familiarizado con la tradición pudiera comprenderlo. Este conjunto variado de textos -que abarcan desde la comprensión práctica de los preceptos hasta la experiencia sublime de la profecía- siguió siendo un libro sellado. 
A pesar de todo, la tradición de la Cabalá había sido preservada. 

Hemos mencionado ya, que uno de los pilares de la Cabalá era el Zohar. Fue sobre la base del Zohar que dos de los más grandes cabalistas de la época moderna elaboraron sus sistemas: Rabí Moshe Cordovero, conocido como el Ramak, y Rabí Itzjak Luria conocido como el Arizál. El lenguaje del Zohar es opaco. Con mucha frecuencia, el Arizál solía tomar un pasaje del Zohar y meditar largamente sobre él, quizá repitiéndolo una y otra vez como un mantra, hasta que su significado profundo le era revelado (Shaar Ruaj haKodesh 36,b). 

La primordial relación que hay entre los escritos del Arizál y el Zohar reside en el hecho de que sin las enseñanzas del Arizál, el Zohar no tiene sentido en absoluto. Un individuo podría estudiar el Zohar, que es un texto de alto contenido poético, sin detectar en él ninguna estructura o sistema. Pero una vez conociendo los escritos del Arizál, todo el Zohar se vuelve un libro abierto. 
Un ejemplo de éste fenómeno son las cualidades de los metales. Un individuo podría estudiar los metales y darse cuenta de que la plata es blanca, el oro amarillo y etc. 
A pesar de todo, no podrá comprender las razones de éstos fenómenos a menos que estudie las teorías científicas sobre los átomos y los objetos físicos. Las enseñanzas del Arizál podrían ser consideradas como la teoría atómica del Zohar: con ellas toda la información comienza a tener sentido. A partir de ahí, el ser humano puede profundizar cada vez más, hasta donde su mente pueda alcanzar, y siempre descubrirá nuevos tesoros (Etz Jayim 19). Esto aplica al estudio de todos los libros del Arizál. 

Un punto primordial, que a veces es pasado por alto, es que la Cabalá no puede mantenerse por sí sola sin la totalidad de la Tora revelada, ya que forma parte integrante de toda la Tora. No hay una sola obra de la Cabalá que no contenga citas de la Tora, el Talmud y el Midrash, y por ello se requiere un conocimiento general. 

Hay tres tipos de Cabalá: la teórica, meditativa y práctica. La teórica esencialmente proporciona una descripción de la dimensión espiritual. La meditativa enseña la forma de acceder a esta dimensión interna. La teórica proporciona ese tipo de parámetros: en que dimensión espiritual uno se halla, si del lado positivo o negativo, etc. El tercer tipo de Cabalá es el práctico o mágico. En este caso casi no hay libros publicados, excepto Raziel HaMalaj, el cuál está dividido en tres secciones. Sin embargo, al primer impresor de esta obra se le cayó el manuscrito y lo imprimió con los folios en desorden. 

El que se ocupó de la impresión no encontró errores en ella porque no se suponía que debía entender el texto. Uno de los principios más importantes del Judaísmo es la convicción en la unidad absoluta del Creador en todos los aspectos posibles. Concebimos al Creador como una unidad simple, simultáneamente Uno y Simple en forma absoluta. En él no hay ningún aspecto de estructura, forma o pluralidad. No obstante, esto plantea una interrogante fundamental: ¿de qué modo el Creador -que es simple en forma absoluta- interactúa con los diversos aspectos y partes que forman Su Creación? ¿De qué manera lo Uno puede interactuar con lo múltiple?. 

Pero también, mientras reflexionamos sobre esta interrogante, incluso antes que responderla surge otra pregunta que nos deja perplejos: según los cabalistas, la esencia simple del Creador es tan poderosa que forzosamente debe permanecer oculta para que la Creación pueda existir. Pero por otro lado, si Él se retirase completamente, la Creación dejaría de existir. Tenemos así una paradójica situación en la que la existencia misma de cualquier otro ser que no sea Hashem se vuelve sumamente tenue y frágil. 

Esto implica que, en realidad, la pregunta esencial ya no es ¿Cómo puede el Uno interactuar con lo múltiple?, sino ¿ Cómo puede lo múltiple existir?. Los cabalistas responden a ésta y a la anterior pregunta explicando que el Ser Supremo creó una dimensión espiritual. Esta dimensión está formada por el concepto básico necesario para crear el universo y mantenerlo. 

Es básicamente a través de esta dimensión espiritual que el Creador interactúa con el universo. Constituye un puente entre Hashem y la Creación que actúa como mecanismo atenuante, impidiendo así que la Creación sea avasallada por la intensidad de la esencia de Hashem, al mismo tiempo que le permite estar imbuido en ella. Según la mayoría de los cabalistas, la existencia de esta dimensión espiritual nos permite hablar de la relación multifacetica que Hashem tiene con el universo sin contradecir el principio básico de Su unicidad y Su simplicidad. 

La razón de esto es que, según la Cabalá, cualquier acción o estado de ser que podamos atribuir al Creador se refiere en realidad a una entidad espiritual que Él creo con el fin de interactuar con el universo, no a Él mismo. Por ello, si no se tiene algún conocimiento básico de cómo esta realidad está estructurada -en otras palabras, conocimiento de la Cabalá teórica-, el ser humano realmente no puede saber de qué modo Hashem interactúa con nosotros. Además, el conocimiento de ésta dimensión espiritual nos proporciona las claves para comprender toda la tradición profética, comenzando con la Tora misma y culminando con las ideas cabalísticas más abstractas. Así pues, se deseamos formarnos una idea de la dimensión espiritual, podríamos describirla como una computadora espiritual infinitamente inmensa. Esta computadora está programada para cumplir el propósito Divino último de prodigar benevolencia a Su Creación. 

La principal diferencia entre la dimensión espiritual y una computadora reside en el hecho de que los elementos constitutivos de aquélla están formados por seres espirituales inteligentes y sensibles. Ya que el principal objetivo de la Cabalá consiste en resolver la paradoja inherente a la forma en que Hashem se relaciona con la Creación, casi exclusivamente trata acerca de la estructura y la dinámica de ésta dimensión espiritual. 

 Rab Arye Kaplan

sábado, 13 de enero de 2018

La Creación del Mundo fue por Jesed



El Mundo Fue Creado Por Jesed



El jesed (los actos de bondad) es uno de los sellos distintivos del judaísmo. Es un valor judío tan importante que la mayoría de los matrimonios, amistades y relaciones comerciales se establecen cuando las personas  reconocen en el otro esta cualidad. 
El Talmud nos enseña que el jesed es tan esencial para la vida que constituye uno de los tres pilares que sostienen la existencia del mundo. 

El Jesed Marca la Diferencia.

1. Rab Abraham J. Twerski, M.D., Do Unto Others, Andrews McMeel Publishing, páginas 3-4


La bondad tiende a propagarse a sí misma; tiene la capacidad de formar una cadena. Algo me ocurrió con un hombre llamado Avi. 
La primera vez que lo vi fue cuando estuve en Tel Aviv hablando para un grupo de ex-convictos  en proceso de recuperación, que asistían a nuestro programa israelí de rehabilitación. Cuando comencé a hablar de autoestima, este hombre me interrumpió diciendo: ¿Cómo puede hablar de esto? Yo estuve entrando y saliendo de la cárcel durante la mitad de mis 34 años de vida. He sido un ladrón desde que tenía 8 años. Cuando no estoy en la cárcel no puedo conseguir un trabajo y mi familia no quiere verme”.
           
Lo detuve, le pregunté si había pasado últimamente por alguna joyería y le dije: “Piensa en los diamantes que están en la vidriera. Trata de imaginar cómo se ven cuando salen de la mina, meros terrones de suciedad mineral. Hace falta que los trabaje una persona que entiende de diamantes para que pueda sacar toda la belleza intrínseca oculta en ese montículo sin forma. Eso es exactamente lo que nosotros hacemos acá, vemos el diamante que existe en cada uno; ayudamos a que la belleza del alma salga a la superficie, lo pulimos hasta que queda radiante. Todos somos como ese terrón cubierto de suciedad y nuestro trabajo es encontrar el diamante oculto adentro y pulirlo hasta que surge toda su belleza”.
           
Pasaron dos años. Avi se había graduado del centro de tratamiento y estaba integrado en la comunidad, trabajando en la construcción. 
Un día Annette, la encargada de nuestro hogar temporario, recibió una llamada de una familia que quería donar los muebles de su anciana madre recién fallecida. Annette llamó a Avi y le pidió si podía ir a buscar los muebles. Cuando Avi vio los muebles comprendió que no valía la pena conservarlos, pero los cargó de todas maneras para no insultar a la familia.
           
Mientras Avi subía trabajosamente el gastado sofá por las escaleras del hogar temporario, de los almohadones cayó un sobre. Luego de entrar el sillón, Avi fue a buscar el sobre y al abrirlo encontró alrededor de cinco mil shekels (aproximadamente $1700).  Avi llamó a Annette y le contó del sobre.  Annette dijo que debían informarle a la familia del hallazgo.

A la familia le produjo tanta satisfacción la honestidad de Avi y de Annette que dijeron que podían quedarse con el dinero para el hogar temporario. En consecuencia, el hogar pudo comprar una cama más y recibir un huésped más, creando una nueva oportunidad de recuperación. Y Avi ya no era más un ladrón. Pasó otro año más y cuando regresé al hogar temporario encontré un cartel en la entrada: “Aquí se Pulen Diamantes”.

Pirké Avot 1:2 – La existencia del mundo depende del jesed.

El mundo se sostiene sobre tres pilares: El estudio de la Torá, sobre el Servicio Divino (es decir, la plegaria y los sacrificios) y sobre la práctica de jesed .

Rabenu Iona nos enseña que estos tres pilares son el propósito para el cual fue creado el mundo. En consecuencia, el mundo se construye mediante la práctica del jesed.  

Rab Ovadia de Bartenura, ibid.

 “Y sobre la práctica de jesed” – tal como está escrito, “El mundo se construirá a través de jesed” (Tehilim/Salmos 89).

Maharal, Derej Jaim, ibid. – El Jesed es la forma más elevada de bondad 

 ¿Por qué el mundo se mantiene específicamente sobre estas tres cosas? (Nota del Editor: A continuación el Maharal explica de qué manera cada uno de estos valores sostiene al mundo; nosotros nos centraremos en su explicación del jesed). La razón es que todo lo que fue creado sólo merece existir en cuanto que sea inherentemente bueno. La bondad en cada objeto es lo que le permite existir… 
Por esta razón, vemos que durante los seis días de la creación, está escrito luego de cada acto de creación que D’os vio que era bueno…

 La capacidad del hombre respecto a la bondad puede dividirse en tres partes: su propio bien intrínseco, su bondad en la relación con D’os y su bondad en la relación con los otros seres humanos…

El Jesed corresponde a este tercer aspecto de la vida del hombre; porque es evidente que cuando una persona realiza un acto de bondad por su prójimo sin esperar una devolución, está realizando un bien hacia el otro.  De hecho, no hay bien mayor que cuando se hace un bien para otros por propia voluntad. Al actuar de esta manera el acto es real y verdaderamente un “bien”.

Talmud Bavli (Talmud de Babilonia), Sotá 14a – La Torá comienza y termina con Jesed. 

Rabi Simlai dijo: “La Torá comienza y termina con jesed. Al comienzo, aprendemos del jesed de D’os con Adam y su esposa cuando Él les hizo vestimentas. Y al final se cuenta el jesed de D’os al enterrar a Moshé. 

Midrash Ruth Capítulo 4 – ¿Cómo podemos lograr este elevado nivel de cercanía a D’os?

¡Ven y mira el gran poder de quienes dan caridad y realizan actos de jesed!  Ellos no reciben refugio bajo las alas de la tierra, ni de los seres celestiales, ni siquiera de los ángeles más elevados; ellos son protegidos bajo las Alas de Quien Creó al mundo con Su palabra.

Rabenu Iona, Shaarei Teshuvá (Las Puertas del Arrepentimiento) 3:13 – Una de las principales tareas del hombre en la vida es realizar un esfuerzo completo para ayudar a los otros.   

La persona, rica o pobre,  está obligada a trabajar y a esforzarse hasta las profundidades de su alma en beneficio de su prójimo. Ésta es una de las cosas más importantes y cruciales que se le piden a la persona. 

El Gaón de Vilna, Igueret HaGra – Alegrar a otros es un valor fundamental para la Torá.

La mayoría de la Torá consiste en alegrar a otros seres humanos.



La Definición de Jesed


Rab Avi Cassel, Morashá – Jesed es esforzarse por darle al otro lo que verdaderamente necesita.

Cuando yo estudiaba en la Yeshivá en los suburbios de Baltimore, cada viernes a la tarde salíamos para hacer mandados y trámites. La única forma de viajar era confiar en la bondad de quienes tenían auto y aceptaban llevarnos. Nos parábamos en la entrada de la Yeshivá y los conductores se detenían y nos preguntaban a dónde necesitábamos ir. Había dos clases de conductores: aquellos que ofrecían llevarnos si íbamos en su misma dirección y aquellos que se desviaban de su camino para llevarnos a dónde nosotros necesitábamos llegar. Ambos realizaban buenos actos, pero los últimos constituían la personificación misma del jesed.

 Jafetz Jaim, Ahavat Jesed, Introducción – Otorgar un bien al otro. 

El término guemilut jasadim (otorgar bondad) se refiere a cualquier clase de bien que uno hace por otro voluntariamente. A veces toma la forma de préstamo de dinero, mientras que otras veces implica dedicarse a ayudar a otros, como en los casos en los cuales alguien se esfuerza para atender a sus invitados o para acompañarlos cuando se marchan. 

Rab Shlomo Wolbe, Alei Shur Volumen I, página 93 – Incluso los detalles pequeños cuentan.

El Jesed no se limita al dinero. Una palabra agradable, una sonrisa, pueden ayudar a reanimar a alguien que se siente desolado. Una palabra de aliento pueda provocar alegría. ¡Son cosas muy chicas (y sin embargo tan significativas)! Por lo general hay tantos actos de jesed a nuestro alcance… ¡Sólo hace falta que comprendamos que son necesarios!

Los Ideales de la Torá nos Inspiran a Realizar Actos de Jesed

Como veremos a continuación, la Torá contiene varios mandamientos que enseñan la importancia fundamental del jesed.

 Amar al Prójimo

Adaptado del artículo del Dr. Rab Reuel Karpov y  Ionatan Nadelman, The Jewish
Observer, Diciembre 1994, www.traditionofkindness.org 

Todo comenzó como cualquier otro vuelo de las 4:30 de la madrugada de Tel Aviv a Nueva York, con una parada de reabastecimiento de combustible en Bruselas. Luego de cargar combustible, a las  9:00 de la mañana, el capitán anunció un atraso en lo programado por causa de una serie de problemas mecánicos. A las 2:00 de la tarde los problemas mecánicos del avión aún no se habían solucionado y los aproximadamente quinientos agotados pasajeros fueron trasladados en un ómnibus hacia un hotel local. Desde la madrugada hasta la mitad de la tarde, la aerolínea solo había servido bebidas y la comida empacada. A pesar de que la aerolínea distribuyó vales para comer en el hotel, esto no ayudaba a la mayoría de los pasajeros que necesitaban comida kasher.

Las noticias de este interminable retraso llegaron a Antwerp, la mayor comunidad judía de Bélgica, a cuarenta y cinco minutos de Bruselas. 
La comunidad judía de Antwerp organizó rápidamente una impresionante selección de comidas kasher y la hicieron llegar al hotel de Bruselas, donde aproximadamente cuatrocientos judíos hambrientos se preguntaban cuándo podrían tener su próxima comida kasher. La comida fue tan abundante, que los pasajeros tuvieron suficiente para desayunar la mañana siguiente y durante el viaje cuando su vuelo finalmente continúo luego de una demora de veintisiete horas.

(Maimonides), Hiljot Deot 6:3 – Amar a otros como a uno mismo. 

Es una obligación de toda persona amar a cada judío como a sí mismo, tal como está escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Rambam, Hiljot Avel (Las Leyes del Duelo) 14:1 – “Amar a otros como a uno mismo” nos motiva a realizar todas las formas del jesed.      
Hay una mitzvá positiva de los Rabinos respecto a visitar al enfermo, consolar a quien  está  en duelo, enterrar al muerto, ayudar a casar a una novia, acompañar a las visitas… y alegrar al novio y a la novia, así como ocuparse de todas sus necesidades.  Estos actos están incluidos en la definición de “guemilut jasadim”… A pesar de que estos son mandamientos rabínicos, ellos también están incluidos en el mandamiento bíblico de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” – todo lo que quisieras para ti mismo, lo debes hacer para los demás.

Imitar la Bondad de D’os

Se nos ordenó seguir los “caminos” de D’os. Una manera de imitar a D’os es a través de la práctica de actos de bondad.

Devarim (Deuteronomio) 10:12 – Seguir el camino de D’os.
Ahora, Israel, qué es lo que te pide el Eterno, tu D’os, más que le temas y que sigas Sus caminos…

Sefer Hamitzvot, Mitzvat Asé N° 8 – Imitar los actos de D’os.
Nos ordenaron imitar a D’os, tal como está escrito: “Seguirás Sus caminos…” Esto implica imitar las buenas acciones y los buenos atributos que se usan para describir a D’os.

Devarim 13:5 – Apegarse a D’os.
Sigue al Eterno, tu D’os, témele, cuida sus mandamientos, obedécele, sírvele y apégate a Él. 

Rashi, ibid. - ¿Qué significa apegarse a D’os? 
“Apégate a Él” – (Esto significa) apegarse a sus atributos: hacer jesed, visitar al enfermo y enterrar al muerto tal como lo hace D’os mismo.

Talmud Bavli, Sotá 14a – Imitar a D’os se traduce en actos piadosos para ayudar a los demás.
Rabi Jama Bar Janina dijo: “¿Cuál es el significado de la orden ‘Sigue al Eterno, tu D’os’?” Esto nos enseña a seguir los atributos de D’os: así como Él vistió al desnudo, como está escrito: “D’os hizo ropa para Adam y para su esposa y los vistió”; de la misma manera tú debes vestir al desnudo.

D’os visitó al enfermo, como está escrito: “Y D’os se presentó ante él (Abraham)”; de la misma manera tú debes visitar al enfermo.  D’os confortó al que estaba de duelo, como está escrito: “Y fue luego de la muerte de Abraham, que D’os bendijo a su hijo Itzjak”; de la misma manera tú debes consolar a los deudos.  D’os enterró al muerto, como está escrito: “Y (D’os) lo enterró (a Moshé) en el valle”; igualmente tú debes enterrar al muerto.

Practicar el Jesed Despierta Nuestra Conciencia Respecto a la Existencia de D’os 
El mandamiento (de creer en D’os) significa específicamente reforzar la conciencia de la existencia de D’os.

Rab Iejezkel Levenstein, Or Iejezkel, Midot página 177 – El jesed hacia los demás nos despierta la conciencia respecto al jesed que D’os tiene para con nosotros.

Una persona que está preocupada por tomar todo lo que pueda para sí misma, ni siquiera  nota que los demás le están brindando un bien. Cuando es capaz de salir de sí mismo y convertirse en un individuo que da a los demás, entonces toma plena conciencia de toda la bondad que recibe de los otros. 
Esto afecta especialmente su relación con D’os, porque la persona toma conciencia de que Él le está brindando Su bondad de manera constante. Por lo tanto está claro que desarrollar una actitud de jesed despierta la conciencia de la persona respecto a la existencia de D’os.

Tzedaká Caridad
Rambam, Matnat Aniim 7:1-2 – Dar dinero a quien lo necesita.
Es una mitzvá positiva dar tzedaká a un judío pobre de acuerdo a sus necesidades, si quien la da tiene los medios de hacerlo. Como está escrito: “Le abrirás tu mano…” Y quien ve a una persona necesitada pidiendo ayuda y lo ignora, y no le da, infringe los siguientes mandamientos: “No endurecerás tu corazón y no cierres tu mano a tu hermano indigente”.
 
Rambam, ibid. 10:4 – Dar con alegría y con compasión.


Quien da tzedaká a una persona necesitada y lo hace con una expresión amarga, mirando el suelo, incluso que le de mucho dinero pierde su recompensa. Se debe dar tzedaká con un gesto amable, alegremente y empatizar con los problemas del otro.
Si una persona necesitada te pide dinero y no tienes nada para darle, (por lo menos) aliéntalo verbalmente.  Está prohibido reprender al pobre o elevarle la voz, porque su corazón está quebrado. ¡Pobre de aquél que humilla a una persona necesitada, pobre de él! Más bien se debe actuar con él tal como lo haría un padre…  

Rab Shlomo Wolbe, Alei Shur, Volumen II, página 198 – Determinar qué es lo que necesita cada persona.
No hay normas objetivas en el campo de la tzedaká.  Así como las personas tienen diferentes personalidades, así también sus necesidades son diferentes. Quien verdaderamente desea practicar jesed debe aprender a ver y a oír qué es lo que le falta al otro, qué es lo que realmente necesita. o-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:ES;mso-fareast-language:EN-US;mso-bidi-language:AR-SA'>Si una persona necesitada te pide dinero y no tienes nada para darle, (por lo menos) aliéntalo verbalmente.  Está prohibido reprender al pobre o elevarle la voz, porque su corazón está quebrado. ¡Pobre de aquél que humilla a una persona necesitada, pobre de él! Más bien se debe actuar con él tal como lo haría un padre…  


Recibir Huéspedes

Bereshit (Génesis) 18:1-8 – Abraham es el ejemplo a seguir al invitar huéspedes.

Abraham levantó sus ojos y vio que había tres hombres delante de él. Los vio y corrió a recibirlos desde la entrada de su tienda, y se prosternó ante ellos. Les dijo: “Si he hallado gracia en Tus ojos, por favor no pases de largo ante Tu siervo. Te ruego que tomes un poco de agua para lavar tus pies y que descanses debajo del árbol. Les traeré un poco de pan para saciar sus corazones y luego pueden seguir su camino”… Y ellos le dijeron: “Haz como has dicho”.

Abraham corrió a la tienda y le dijo a su esposa Sara: “¡Apresúrate! ¡Toma tres medidas de harina de sémola, amásala y haz tortas!” Y Abraham corrió hacia el ganado y tomó un ternero tierno y bueno y se lo entregó al muchacho que se apresuró a prepararlo. Y tomó manteca y leche y el ternero que preparó y lo colocó ante ellos. Y él permaneció bajo el árbol junto a ellos, y comieron.

Talmud Bavli, Shabat 127a – Recibir invitados es más importante que recibir a la Presencia Divina. 
Recibir huéspedes es aún más importante que recibir a la Presencia Divina. (Cuando Abraham estaba delante de D’os rezando y notó que se acercaban visitas, le dijo: “Si he hallado gracia en Tus ojos, por favor no pases de largo” – es decir, “¡Por favor, espérame un rato mientras yo voy a recibir a los invitados!” 
Jafetz Jaim, Ahavat Jesed, Hajnasat Orjim, Capítulo 2 – Recibir y proveer a los invitados con alegría.
Cuando llegan invitados al hogar, la persona debe recibirlos con alegría y colocar de inmediato comida para ellos, porque tal vez tienen hambre pero se avergüenzan de pedir comida. Debe proveer a sus necesidades con un rostro agradable. Incluso si la persona está preocupada por algo, debe tratar de mantener ocultas sus preocupaciones para  que el huésped no sienta que está molestando a su anfitrión.

Escoltar a los Huéspedes

 Rambam, Hiljot Avel 14:3 – Escoltar a los huéspedes es incluso más importante que proveerles hospitalidad.
La recompensa por escoltar a los invitados es mayor (que cualquier otra clase de jesed). Es parte de la ley establecida por Abraham Avinu – él alimentaba a los caminantes y los escoltaba cuando se marchaban. Recibir invitados es tan importante como recibir a la Presencia Divina… ¡Y escoltarlos es aún más importante que ofrecerles hospitalidad! Los Sabios dijeron: “Quien no acompaña a otro es considerado como si hubiera derramado su sangre”.

Maharal, Netivot Olam, Netiv Guemilut Jasadim, Capítulo 5 – Escoltar a los invitados es dar honor a la imagen Divina. 
Cuando alguien parte al camino y otros lo acompañan, en verdad le están dando honor a la imagen Divina según la cual esa persona fue creada. Si no lo acompañan, es como si hubieran derramado su sangre, porque cuando se le roba a alguien el honor que se le debe a su imagen Divina, esto se considera un verdadero asesinato. !--EndFragment--> considerado como si hubiera derramado su sangre”.

Rab Hillel Goldberg, Illuminating the Generations (Iluminando a las Generaciones), página 32 – Manifestar compasión al escoltar a las personas, incluso a los extraños.

En una ocasión, cuando un grupo de gitanos pasó delante del Rebe de Slabodka, él los acompañó en su camino y dijo: “Los gitanos son el pueblo más triste del mundo. No saben lo que es el descanso ni el hogar. Se torturan a sí mismos y a sus familias con viajes espantosos. Por eso deben ser alentados con un semblante alegre, una sonrisa amigable en medio de su deambular”.

Cuando el Alter visitaba los baños curativos en Alemania, siempre acompañaba a los trenes  que partían porque los que viajaban no debían partir sin que otro ser humano se preocupara por ellos.

Visitar al Enfermo

1. Talmud Bavli, Sotá 14a – Así como D’os visitó a Abraham Avinu luego de su circuncisión, de la misma manera nosotros debemos visitar a quienes se encuentran enfermos. 
D’os visitó al enfermo, tal como está escrito: “Y D’os apareció ante él (Abraham)”. De la misma manera, también tú debes visitar al enfermo. 

Rab Itzjak Silber, Mishpatei HaShalom página 159 - ¿De qué manera se debe visitar a los enfermos?
La mitzvá de visitar al enfermo consta de varias partes. Algunas de ellas son: A) Ocuparse de cualquier necesidad que tenga el paciente; B) Reconfortarlo al saber que otras personas se preocupan por él; C) Rezar por él.

Oportunidades de Realizar Jesed en Lugares Inesperados

La Plegaria
Rab Iejezkel Levenstein, Or Iejezkel, Midot, página 173 – Rezar por las necesidades del otro; tales como recuperarse de una enfermedad, encontrar esposa, tener éxito en los negocios, etc.
La plegaria, correctamente utilizada, también puede ser una fuente de crecimiento en el desarrollo del atributo de jesed. Cuando la persona reza y enfoca sus pensamientos en las necesidades de la comunidad en general, se acostumbra a preocuparse y a ocuparse de los demás. 

Rab Iaakov Ades, Hitkarvut LaShem, página 17 – Incluso una mitzvá pequeña da méritos a toda la comunidad. 
Cuando una persona estudia Torá, realiza una mitzvá o simplemente se abstiene de pecar, sus actos benefician a todo el pueblo judío. A veces una persona estudia Torá durante un lapso breve de tiempo y siente que no hizo nada especialmente significativo, pero en realidad no tiene manera de saber qué clase de tragedias ha evitado o cuál éxito provocó para otro judío. 


Jesed Hacia Uno Mismo

Vaikrá (Levítico) Rabá 34:3 – La sensibilidad hacia uno mismo también es jesed.
“Un hombre de jesed es bueno para sí mismo” – esto se refiere a (personas como) Hilel. Cuando Hilel se despedía de sus discípulos los acompañaba. Una vez le preguntaron a dónde iba. Hilel respondió: “Voy a realizar jesed con un invitado en mi hogar”. Los estudiantes le preguntaron: “¿Todos los días recibe invitados?” A esto Hilel respondió: “¿Acaso el alma no es una invitada en el cuerpo? ¡Después de todo sólo está allí temporalmente!”

Rab Iejezkel Levenstein, Or Iejezkel, Midot, página 179 – El estudio de la Torá y el cumplimiento de las mitzvot son actos de jesed, nutren nuestras almas
A pesar de que la forma clásica del jesed es realizada en favor de otros, de hecho también es posible hacer jesed para con uno mismo y en consecuencia ser considerado un  baal jesed. Como de manera natural nos identificamos más con nuestros cuerpos, nuestra tendencia es considerar al alma como a un completo extraño. En verdad, el alma se encuentra en un estado de pobreza y malestar en este mundo, y necesita nuestra bondad para que la alimentemos con Torá y mitzvot y a través del refinamiento de nuestros rasgos de carácter. De hecho, esta clase de jesed es uno de los actos de jesed más significativos que podemos realizar… De esta manera, cada una de las mitzvot que realizamos debe ser llevada a cabo como un acto de jesed para el alma. 

La Actitud que Resulta del Jesed

¿Cuál es la actitud adecuada que debemos desarrollar al realizar jesed? Esto tiene dos partes: 
(1) ¿Cuál es la actitud que debemos esforzarnos por lograr al ayudar a otros?
(2) ¿Qué respuesta debemos esperar recibir del otro por el jesed que hacemos hacia él?

Mijá 6:8 – Desarrollar un amor hacia el jesed.
(D’os) te ha dicho, hombre, qué es bueno y qué es lo que Él te pide: que hagas justicia, que ames el jesed, y que camines con modestia con tu D’os.

Rab Shlomo Wolbe, Alei Shur II, página 205 – Cuando alguien ama el jesed, realizará verdadero jesed.
Los Sabios enseñan que “amar el jesed” se refiere a todo el espectro del jesed. (Sucá 49b). De esto aprendemos que el amor al jesed es un aspecto intrínseco del jesed mismo. Jesed que no está hecho con amor, no es jesed completo.
(Es una buena estrategia) realizar actos de bondad con la intención específica de actuar con todo el corazón y despertar dentro de uno un verdadero amor por el jesed.

Rab Israel Miller, A Career of Chesed (Una Carrera de Jesed), – No esperar gratitud de aquellos por quienes hacemos jesed.
La verdadera alegría del jesed sólo llega cuando se ofrece sin esperar nada a cambio, ni siquiera gratitud. Muchos idealistas se decepcionan al adoptar inconscientemente un enfoque de “después de todo lo que hice por ellos”, olvidando que el verdadero agradecimiento es tan raro como valioso. Si buscas la imagen de D’os, entonces sé como Él: haz bien sabiendo que la mayoría de las personas no lo agradecerán demasiado y considera a las excepciones como una bonificación inesperada. 

El Crecimiento y el Desarrollo Personal en el Área del Jesed
 A pesar de que es una virtud practicar jesed incluso por motivos egoístas, el objetivo es convertirse en un individuo sinceramente altruista.

Rab Abraham J. Twerski, Do Unto Others, Andrews McMeel Publishing, página 19
Una teoría reciente respecto al caos sugiere que el mero aletear de una mariposa en el aire de México crea una corriente que recorre el mundo hasta afectar las mareas del océano, digamos, en Australia. Esto me dice que cada uno de nuestros actos, incluso los más pequeños tales como el aletear de una mariposa,  tienen grandes consecuencias ahora y quién sabe durante cuántos millones de años más. Tal vez la persona de la siguiente historia conocía esta teoría…

Algunos años atrás un renombrado sabio llamado Rab Akiva Eger recibió una cantidad de huéspedes en su seder de Pesaj. Uno de los invitados accidentalmente derramó su copa de vino. Para evitar que se sintiera avergonzado, el Rab Eger rápidamente sacudió con su rodilla la pata de la mesa provocando que se volcaran varias copas y dando la impresión de que lo  que había provocado que se derramara la primera copa fue la inestabilidad de la mesa y no la torpeza del invitado.  

El Rab manifestó en este acto el máximo refinamiento de carácter. Su respuesta instintiva mostró hasta qué nivel una persona se puede elevar al actuar frecuentemente con bondad, estando tan preocupado por la dignidad del otro como por la propia. El hábito de dar estaba grabado tan profundamente dentro del Rab Eger que llegaba directamente hasta el buen acto que podía realizar. 

Rab Shlomo Wolbe, Alei Shur I, página 94 – Ir más allá de los propios límites. 
Cada persona tiene sus limitaciones respecto a cuánto está dispuesto a esforzarse a sí mismo en beneficio de los demás. Crecer en el área del jesed significa ampliar los márgenes de estos límites.

Rab Eliahu Dessler, Mijtav M’Eliahu, Volumen 1, página 45 – Usar la creatividad. 
La persona debe imaginarse el sufrimiento o la falta que tiene su prójimo, y la felicidad que éste sentiría al ver aliviados sus problemas o al conseguir aquello que le falta. Cuando la persona entiende que tiene la capacidad de beneficiar a otro cubriendo sus necesidades, entonces le resulta mucho más fácil dar de sí mismo. 

Ramjal (Rab Moshé Jaim Luzzatto), Mesilat Iesharim (La Senda de los Justos) Capítulo 19 – Construir compasión y bondad. 
El principio básico es: la compasión y la bondad deben estar arraigados en todo momento en el corazón de la persona de jesed. Su único objetivo debe ser brindar placer a las personas y evitar causarles dolor.

Rab Moshé Cordovero, Tomer Devorá, Capítulo 3 – En última instancia debes verte a ti mismo como un padre o una madre hacia todos los que te rodean, ocupándote de ellos lo mejor que puedas. 
Se debe imitar a D’os y así como Él es el Padre de todo en la creación, la persona debe verse a si misma como el padre de todas las criaturas –especialmente de los otros judíos-y debe pedir siempre compasión y bendición para el mundo de la misma manera que el Padre Superior le tiene misericordia a sus creaciones.

Fuente: Morashá