jueves, 22 de marzo de 2018

LAS SEFIROT DEL PENSAMIENTO KETER, JOJMA Y BINA



La sefira de Keter (corona) 

Mencionamos arriba que toda acción comienza en la voluntad siendo las sefirot la raíz de todo lo que sucede en nuestro mundo, debemos examinar su particular estructura y la ligazón secuencial que existe entre ellas. Si comprendemos como están compuestas las sefirot podremos comprender la estructura de toda la realidad, a todo nivel. 

A través del método de la concatenación de las sefirot y su desarrollo podemos deducir el proceso de realización de todo lo existente y su evolución. No debemos olvidar que todo acto humano, al nivel que fuera, también se efectúa de acuerdo a leyes fijas y ordenadas, también se efectúa de acuerdo a leyes fijas y ordenadas, establecidas en las sefirot. 

La sefira de Keter (corona), es la sefira de la voluntad, el aspecto de la voluntad Divina de otorgar existencia y mantener vivo todo lo que nos rodea, lo mismo que de realizar cada acción. 

La sefira de Keter es la primera Emanación, es decir, la primera revelación o iluminación que propago El Creador en el proceso de revelación de su voluntad a Sus criaturas. Este proceso de revelación continúa luego en la concatenación del resto de las sefirot, 

La sefira de Keter es como la corona del rey. 

Asi como ella no es parte del cuerpo del rey sino un ornamento en su cabeza, la sefira de Keter no es parte de las sefirot sino que las circunda. De modo similar, la voluntad humana y desde arriba el proceso de la acción, pero no forma parte de ella. A la sefira de Keter se la denomina – nada- para indicarnos que la Voluntad Divina esta oculta ante nuestros ojos y tampoco se revela en los actos del Creador. Por eso se dice:, es decir, está prohibido investigar e inquirir en nada de lo que se refiere a la voluntad del Creador, Quien es para nosotros

También en el acto de un hombre se manifiesta la voluntad de realizarlo, pero nada más que esto. De la acción misma no se puede determinar el porqué de tal voluntad sino solamente su existencia. La Cábala responde a interrogantes como de creación de las cosas, es su naturaleza y su función, pero no responde al fue hecho de esta manera y no de otra. La respuesta a esta formulación se encuentra en el aspecto desconocido al que no tenemos ningún acceso: . Y aunque la voluntad es el origen de una acción, no existe ninguna acción realizada en el vacío; cada evento y cada acción provienen de una fuente que les precedió. 

Y siendo así, ¿Cuál es la fuente y la raíz de la voluntad humana? ¿De dónde proviene el deseo de obrar de una manera y no de otra? La respuesta es que la fuente y la raíz de la voluntad es nuestra neshama, que se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, y es la fuente y la raíz de la voluntad. De hecho, los seres humano se diferencian unos de otros en sus actos porque sus voluntades difieren entre si, y esto se produce porque sus almas son diferentes. 

La sefira de Keter se divide en dos

Por un lado está ligada a su raíz a la Divinidad que existe en toda realidad de acuerdo a su nivel, es decir, al de dicha realidad. Por otra parte el Keter es la voluntad de continuar la acción hasta concretar la voluntad. Estas dos partes del Keter están descritas en el tratado de Avot 3:1:. El termino hebreo utilizado para < de donde> es – nada- y la cábala explica que todo proviene , el principio de tu existencia es , del Keter, de la voluntad Divina, y tú debes continuar realizando esa voluntad. Debes saber de dónde provienes y hacia dónde vas. 

La sefira de jojma (sabiduría) 

En contraposición al Keter que circunda la mente del hombre, centellea dentro de la mente el comienzo del pensamiento, asociado a lasefira de jojma. Después de despertarse la voluntad (Keter), brilla en la mente la idea general de como materializar la voluntad llevándola a la práctica. Por ejemplo, si un hombre desea construir una casa, el primer paso seda a nivel de Keter, o sea la voluntad; en el paso siguiente se dibuja en su mente la idea de un cuadro general de como deberá verse dicha casa. Esta etapa es la asociada a la sefira de jojma. 

Así como la idea general es el estadio posterior al de la voluntad, del mismo modo la sefira de jojma se desprende de la sefira de Keter. A este nivel solo existe la idea de un modo general, más los detalles continúan aun ocultos. La idea se halla en lo profundo del pensamiento, y en esta etapa del proceso se habla en forma global, como de una materia prima que no ha sido elaborada aun en todos sus detalles. Los mismos se revelaran en la sefira de bina (entendimiento). 

La sefira de bina (entendimiento) 

En la etapa siguiente, reflexiona el hombre en su intelecto para considerar y analizar la idea general que apareció en su mente. El termino hebreo bina comparte raíz con la expresión hitbonenut que significa contemplar, reflexionar, acto que lleva al hombre a observar en detalle lo que hasta ahora aparecía en forma general. La idea que brillo en el estadio anterior, el nivel de jojma, es una idea general que aspira expandirse ilimitadamente. 

Aquí llega la sefira de bina que fija los límites a esa idea general, escudriña y revisa esa idea, la divide en partes y si tal idea es aceptada, entonces continuara la bina construyéndola, desarrollándola a cabo. Mas todo esto se realiza después que la bina circunscribió y delimito los ámbitos de la jojma. 

La bina es la matriz de los detalles. 

Puede compararse a la formación de un bebe, comenzando por el semen del padre que contiene todos los órganos del niño, con todos sus elementos y detalles pero en forma muy general; luego viene la etapa del embarazo, tiempo en el que se desarrolla en el vientre de la madre, y de su forma general van surgiendo los detalles. Hasta el momento del nacimiento aun estos no son conocidos. 

Esto es análogo al estadio de la sefira jojma, que es un nivel general, mientras que la sefira de bina es el nivel de fertilización y desarrollo. La sefira de bina particulariza los detalles de la sefira de jojma, aunque, paralelamente, la define y le pone límites. La sefira de bina pone coto a la aspiración de expansión ilimitada de la sefira de jojma. Y aunque la bina en cierto sentido se opone a la jojma, tal antagonismo no representa una fuerza destructiva sino que, por el contrario, la construye. Jojma y bina se complementan mutuamente. En el sefer Ietzira (1:4) está escrito:, es decir, que la jojma y la bina se complementan una con la otra. 

Las sefirot de Keter, jojma y bina conforman la dimensión del pensamiento, que es el plano que precede a la acción, El Keter se refiere a quien realiza la acción, mientras que jojma y bina hacen referencia a la acción misma. La jojma es la primera etapa del proceso de creación de lo existente. 

El Keter está conectado con el Creador, y como jojma es el primer paso en el proceso de existencia, podemos comprender el versículo de los (salmos 104): < Hiciste a todos con sabiduría>, aludiendo a que toda acción comienza con jojma.

Rabi Lejel Bar Lev

sábado, 17 de marzo de 2018

La definición del concepto Sefirot



La voluntad del Creador se revela al crear los mundos. 
Como señalamos anteriormente, podemos diferenciar entre lo que El Creador puede hacer, y lo que hace en la práctica. 
El primer aspecto se refiere a la voluntad Divina infinita e ilimitada, dimensión a la que los cabalistas denominan Ein sof
El segundo aspecto se refiere al creador limitando Su voluntad a fin de crear el mundo, actuando acorde a la limitación de sus facultades. A esta voluntad limitada los cabalistas la denominan sefirot. 

La voluntad limitada –sefirot– era una parte oculta y secreta del Creador, esencia divina que existía antes de que los mundos devinieran en su realidad física en el momento mismo de la Creación. Asi como la voluntad del hombre es parte de su esencia oculta, y solo se manifiesta cuando pasa de la potencia al acto, lo mismo sucede en el caso del Creador. 

 El Eterno podría haber creado otra clase de mundos, pero Él quiso crearlos de esta manera para alcanzar el objetivo que se fijó a sí mismo. El Creador quiso que su voluntad limitada se revelara a través de las Sefirot, es decir, a través de diez atributos espirituales. Estos son: Keter (corona), Jojma (sabiduría), Bina (entendimiento), Jesed (bondad), Gevura (poder), Tiferet (belleza), Netzaj (victoria), Hod(esplendor), Yesod (fundamento) y Maljut (reino)

Las sefirot son revelaciones de la voluntad Divina. Por ejemplo: cuando El Creador quiere manifestar Su atributo de bondad, actúa por medio de la sefira de jesed, y cuando quiere revelar Su característica de poder, actúa por medio de la sefira de gevura. 
La existencia misma de la bondad y el poder indican que El Creador quiso esta realidad, la cual se manifestó a través de las sefirot correspondientes. 

Es decir, toda acción que esté ligada a una de esas características, por ejemplo, la de bondad, tiene su raíz espiritual individual en los mundos superiores; y lo mismo sucede con las acciones ligadas a los demás atributos, Esta raíces son iluminaciones; son la expansión de la Voluntad Divina, cuya fuente es el infinito y las sefirot son los instrumentos a través de los cuales se expande la luz del mismo. En otras palabras, las sefirot son el instrumento del que se vale la voluntad Divina para revelarse. 

 Cuando la luz Infinita –que es la voluntad misma del Creador- se difunde a través de la sefira de jesed, la raíz que emerge de esta sefira es la fuerza espiritual que otorga existencia y sostiene los actos de entrega y generosidad de los que somos testigos en nuestro mundo. Ya que no hay ninguna acción que no esté ligada a una de las diez sefirot, concluimos entonces que las sefirot son el instrumento por medio del cual se revela la Voluntad Divina, es decir, la voluntad de otorgar existencia y sustentar la realidad entera en todos sus detalles. 

La relación entre el cuerpo y el alma se asemeja a la relación del Ein Sof– Infinito- con las sefirot Para acercarnos más al concepto de sefirot podemos tomar como ejemplo la relación que existe entre el cuerpo y el alma. Nuestro cuerpo está compuesto de muchos órganos, y a cada uno le corresponde una función específica: los ojos ven, los oídos oyen, etc. Todos los órganos del cuerpo están regidos por el alma (nos referimos a los tres niveles en conjunto: nefesh, ruaj y neshama). El alma es la fuerza concreta e indivisible que vitaliza y activa a todos los órganos del cuerpo humano. Aunque el alma sea una sola fuerza, cuando activa los ojos, el resultado es la visión y cuando la misma fuerza espiritual activa los oídos, la consecuencia es el oír. 

Otro ejemplo: una corriente eléctrica proveniente de una sola fuente; cuando activa a un acondicionador de aire el resultado que se obtiene es el aire frio; cuando la misma corriente eléctrica activa un radiador, el resultado será aire caliente. ¿Cómo es posible? 
El motivo es muy simple: aunque la corriente eléctrica es la misma, los instrumentos activados por ella difieren. Lo mismo sucede en nuestro cuerpo. El alma es una sola fuerza espiritual, pero cuando está activa los ojos, el resultado es la visión y así sucede con todos los órganos. Volviendo a nuestro tema de análisis diremos que el infinito es una unidad completa, una absoluta perfección, de modo que no podemos adjudicarle al Creador atributos tales como la ira o la compasión, porque se estaría violando la unidad. 

Las sefirot son los instrumentos que utiliza el Creador para actuar a través de ellos. Cuando El Eterno quiere obrar con su generosidad, envía su luz y su voluntad a través de lasefira de jesed, y el resultado de esta acción es lo que conocemos y definimos como entrega o generosidad. Las sefirot son los actos del Creador, y por lo tanto reciben en su interior la esencia de la luz Infinita, la esencia de la Voluntad de El Eterno, y cada una de ellas actúa conforme a las características y a las cualidades que les asigno  El Creador. 

Las sefirot son la propagación de la Santidad y el resplandor superiores Hasta aquí recalcamos que las sefirot son poderes del Creador y su voluntad de dar existencia a las criaturas y mantenerlas vivas. Además de su acción en el plano material. Las sefirot ejercen su influencia y otorgan abundancia espiritual y Santidad a todos los seres vivos merecedores de ello, de modo que los hombres puedan ejercer el servicio a su creador, ascendió espiritualmente hasta llegar a un total apego a Hashem. 

El creador es la fuente de la santidad, la pureza y la perfección, y de Él salen las luces, la esencia infinita que influye en Sus criaturas. Cada ser creado posee los meHashem para percibir estas iluminaciones de Santidad. Cuando un hombre hace el bien, atrae hacia si santidad y pureza, y merece regocijarse con el resplandor de la divina Presencia. Esta propagación de la Santidad y la Iluminación superiores se efectúa a través de las sefirot. 

Las mismas son los canales conductores de la influencia espiritual que llega a los seres creados. Las sefirot como modelos del proceso de configuración de toda la realidad Las sefirot son modelo y ejemplo de cómo se produce la materialización de la creación, y no solo la primera creación descrita en el Génesis exclusivamente. Todo tipo de existencia, en todos sus niveles desde siempre, surge de acuerdo al modelo que fijo el Eterno en la Creación del mundo, y el cual se expresa en la estructura de las sefirot. 

El principio de concatenación de causa y efecto, el principio de progresión gradual, es decir, la idea primaria de todos los procesos de desarrollo, se expresan ante todo en las sefirot. Estas son el devenir de la existencia de toda la realidad. 

Resumen 

Definimos a las sefirot desde diferentes puntos de vista, pero debemos recordar que , independiente de cómo lo hagamos, debemos tener siempre presente los siguiente puntos:

1) las sefirot no están separadas del Creador, sino que son la luz emanada de El para servir a la creación, 
2) las acciones de las sefirot son iluminaciones enviadas por El Creador, Centelleo de luz espiritual que se expande desde su fuente y que toma contacto con las criaturas aunque sin desconectarse de su origen, 
3) las sefirot están ligadas unas a otras y obran fusionando sus fuerzas y cualidades, 
4) el resultado de las sefirot y la consecuencia de sus actos conforman la realidad en su totalidad.

“Los mundos de Atzilut, Briá, Ietzirá y Asiá (Emanación, Creación, Formación y Acción)” 

Todo lo que se encuentra por sobre el Mundo de la Emanación pertenece al Mundo del Infinito, y en cuanto a la concatenación causa y efecto, la principal revelación de la Voluntad Divina comienza en el Mundo de la Emanación (Atzilut)

En este mundo se encuentra la raíz de la conducción del bien y del mal -correspondiente a los seres dotados de libre elección- mientras que en los mundos superiores al de la Emanación, se encuentran la conducción futura, regida exclusivamente por el bien, ya que en el futuro se revelará la unicidad del Creador y no existirá ninguno de los aspectos del mal. 

En el contexto de la concatenación, el mundo que se encuentra por sobre el de la Emanación es el Mundo del Hombre Primordial (Adam Kadmón),y si queremos comparar entre estos dos mundos, diremos que difieren entre sí como la voluntad y el pensamiento. 
La voluntad es una forma abstracta e ilimitada, mientras que el pensamiento representa parte de la voluntad, la parte más relevante y relacionada con el objetivo último. 

En resumen, el Mundo de la Emanación es el Mundo del Pensamiento y el del Hombre Primordial el Mundo de la Voluntad. En el Mundo del Hombre Primordial no existen sefirot ni Rostros -partzufim- ni nombres ni apelaciones, sino que se trata de una luz simple y una voluntad simple. 

Todas las descripciones de sefirot o Rostros que hacen referencia al Hombre Primordial, se usan para facilitar nuestra comprensión y sólo con este objetivo. Ciertamente es el Mundo de la Emanación donde se revelan las diez sefirot, y es en este mundo donde se reveló la fuente de la Emanación bajo el Nombre de las cuatro letras, el Tetragrama. 

Este Nombre constituye la mayor revelación del Mundo de Atzilut, en el que la esencia original de Emanación, la esencia de la Luz Infinita, se reviste en las sefirot de la Emanación, se une a ellas en perfecta unión, y a través de dicha unidad se revela el Nombre sagrado de El Eterno, conocido como YHVH. Así como el Nombre YHVH surge en el Mundo de la Emanación, el Nombre Elohim se revela en los Mundos de la Creación, Formación y Acción. Esto es sugerido en la Torá en el acto de la Creación cuando el versículo utiliza el Nombre Elohim y no el Tetragrama, ya que el relato de la Creación apunta a los Mundos de Creación, Formación y Acción, y no al mundo de la Emanacion. 

El Mundo de la Emanación es pura Divinidad, y se lo denomina también “el Mundo del Pensamiento” para diferenciarlo de los otros tres, a partir de los cuales comienza el Mundo de la Escisión, la realidad de objetos diferenciados entre sí. 

“La diferencia entre los mundos” 

La diferencia fundamental y esencial entre el Mundo de la Emanación y los Mundos de Creación, formación y Acción, reside en que la Emanación es una forma superior de la realidad, en la cual no se unifica la Luz Infinita con este mundo convirtiéndose en unidad, y es por eso que el Mundo de la Emanación es absoluta Divinidad. Las acciones del Mundo de la Emanación son acciones exclusivas de la esencia divina, sin ningún otro partícipe, mientras que en los Mundos de Creación, Formación y Acción se revela una parte de la manifestación de la Voluntad Divina, la revelación de la realidad que está diferenciada y separada de Hashem. 

Ésta es la distinción principal entre el Mundo de la Emanación y los otros Mundos, ya que la separación y la diversidad existen en estos mundos, mientras que lo que reina en el Mundo de la Emanación es la perfecta unidad. Es por esta razón que resulta imposible describir con adjetivos propios de la Divinidad ninguna realidad que pertenezca a los Mundos de Creación, Formación y Acción, y si queremos relacionar Su esencia con la realidad de estos mundos, diremos que El Creador es su Amo (Adón), nombre que indica que Él no esta unido esencialmente a la realidad de estos mundos.

Rabi Lejel Bar Lev

miércoles, 14 de marzo de 2018

Nefesh, Ruaj y Neshamá particularidad y generalidad



El mundo en su totalidad es un espejo de la fisionomía humana. Todo lo que existe en el universo existe también en el hombre, y por eso los Sabios describen al hombre como un “mundo en miniatura”, llegando también a categorizarlo con el nombre de -Adam de Briá, Adam de Ietzirá, Adam de Asiá- (hombre de Creación, Formación y Acción) lo cual hace referencia a los distintos mundos espirituales. 

“Las sefirot como recipientes” 

Sobre la base de lo explicado hasta aquí podría parecer como que las luces del nefesh, ruaj y neshamá no tuvieran el mismo nivel o valor, pero realmente no es así. Nefesh, ruaj y neshamá son la luz divina misma, cuyo origen es la Luz Infinita y las luces de estos tres niveles son el componente sustancial de la misma. De igual modo la luz del nefesh, ruaj y de la neshamá es una -la sustancia de la Luz Infinita- y las pantallas que disminuyen su intensidad son las sefirot. 

Ellas, las sefirot, son los recipientes a través de los cuales pasa la luz del Sin Sof, Infinito, y cuanto más -gruesa- sea la sefirá, más tenue será la luz que pase a través de ella, y su luz será de inferior intensidad. La sefirá de maljut (reino), es la pantalla más -gruesa de todas y oculta la fuerza de luz que contiene. Por eso se denomina nefesh a la luz que resplandece desde la sefirá de maljut, y es responsable de las acciones elementales del organismo humano. 
Es así como la sefirá de maljut simboliza al nefesh general. 

La sefirá de tiferet (belleza) es considerada como un recipiente más refinado, desde el cual resplandece una luz más elevada denominada ruaj. De modo que la sefirá de tiferet simboliza al ruaj general. La sefirá de bina (entendimiento) es mas pura aún, y la luz que emerge de ella es denominada neshamá. La sefirá de biná simboliza a la neshamá general. De la sefirá de jojma (sabiduría) emerge el resplandor de la jaiá, mientras que iejidá emerge de la sefirá de keter (corona). 

Hallamos que las sefirot (de los mundos de la Creación, Formación y Acción) son los instrumentos que nos permiten revelar y transmitir las sustancia de Luz Infinita a las criaturas de esos mundos. Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos. 
Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos (diez en el Mundo de la Acción, diez en el Mundo de la Formación y diez en el Mundo de la Creación), encontramos nefesh, ruaj y neshamá en cada uno de ellos. Siendo las diez sefirot del Mundo de la Formación superiores y mas refinadas que mas diez del Mundo de la Acción, resultara que el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Formación serán de nivel superior a los del Mundo de la Acción. Similarmente el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Creación son superiores a estos niveles en el Mundo de la Formación. 

“La Voluntad Divina se conecta con sus criaturas a través de sus almas” 

La Voluntad es la parte de la esencia del poseedor de la misma. Y es por eso que la Voluntad del Creador, es la esencia de todo, síntesis de toda la Creación. El Creador quiso que Su Voluntad se revelara a Sus criaturas para que éstas supieran cómo servirlo y cómo apegarse a Él, para finalmente corregir el mundo bajo Su reinado ya que éste es el propósito de toda la Creación. 

El Creador otorgó a cada criatura medios especiales para “captar” la luz divina que emana de la esencia del Infinito. La -antena- capaz de captarla es la neshamá, el alma humana. La neshamá es la esencia espiritual -mental, aunque poseedora de una realidad concreta- cuyo rol esencial es “conquistar sus deseos y dedicarse al servicio divino”. 

Cuando la neshamá logra cumplir su función, recibe una iluminación espiritual e intelectual adicionales de mayor nivel, y es así como se eleva y se perfecciona, convirtiéndose en una -antena- cada ves más sensible. El grado de aprehensión y apego del hombre al Creador depende del nivel de su neshamá. El anhelo de apegarse al Creador proviene del hecho que la neshamá, parte inherente a Dios, desea retornar a su fuente de origen. 

Mas cuando el hombre fortalece sus instintos y se rige por las pasiones, reprime su neshamá y con esto desaparece también su anhelo de retornar a su lugar espiritual de origen. Si, por el contrario, se sobrepone a los instintos corporales y consigue replegar su voluntad a la del Creador, se intensifica la fuerza de la neshamá y se fortalece la voluntad de apegarse a su raíz. 
En el lenguaje cabalistico decimos que si un hombre logró conquistar su pensamiento, su habla y sus acciones para dedicarse al servicio divino, convierte a su cuerpo en un carruaje de la divinidad, el mismo que logran los hombres justos dispuestos a entregar sus vidas al servicio del Creador. 

Vemos aquí que la neshamá funciona en dos planos: 

1) Guía al cuerpo, orientándolo hacia el servicio divino (esto se efectúa del siguiente modo: la neshamá guía al ruaj y el ruaj al nefesh). 

2) Se conecta con El Creador y recibe la sustancia de la Luz Infinita. La lógica de todo esto reside en que la neshamá es en sí misma sustancia de esta Luz, y por eso sólo ella puede recibir una iluminación adicional de la misma fuente. 

Debemos comprender que la esencia de la Luz Infinita, tal como se manifiesta y emerge desde su propia fuente, es tan elevada y sublime que ningún ser humano puede alcanzar este nivel, independientemente del nivel de neshamá que posea. 
Dado que el Creador quiso revelar Su Divinidad y que ésta sea accesible al ser humano, contrajo Su luminosidad contracción tras contracción, creando una realidad formada por distintos niveles espirituales concatenados unos con los otros. 

Debido a estas contracciones cada nivel es inferior a su predecesor. Esta cadena responde a la relación causa y efecto anteriormente mencionados, de quien la Luz Infinita es la causa primera.

Rabi Lejel Bar Lev

lunes, 12 de marzo de 2018

Materia y forma



La realidad en general está compuesta de dos dimensiones: forma y materia. La materia se refiere al aspecto físico y la forma señala la dimensión espiritual. La Cábala sostiene que no existe materia carente de forma ni forma carente de materia, aunque ambas dimensiones sean completamente opuestas. 

De todos modos, su unión y fusión son perfectas y asombrosamente complementarias. Tal como esta fusión de materia y forma aparece en el hombre, se manifiesta también en la realidad entera: en el mundo inanimado, vegetal, animal y humano. 

“Luz y recipiente” 

El cuerpo es el recipiente que contiene la forma. El hombre revela su forma a través de sus acciones, es decir la totalidad de su fuerza espiritual. Es como si el cuerpo estuviese traduciendo el plano espiritual a un lenguaje comprensible por su semejante o, en otras palabras, el cuerpo obra como instrumento para expresar su forma. En el pensamiento cabalístico, un sinónimo del concepto de forma es el de la luz. La luz está siempre contenida en un recipiente y funciona a través de él. 

Luz y recipiente son sinónimos de los términos forma y materia. El recipiente revela y pone de manifiesto la esencia de la luz por medio de su acción. La luz es interna, mientras que el recipiente es externo. La luz es la esencia que se reviste en el recipiente y lo conduce. Es decir que la luz se manifiesta a través de la acción, y por su intermedio se revela su esencia interna. 

“Niveles de forma y materia” 

La forma es la que se reviste en la materia y la activa. El Eterno quiso crear diferentes tipos de criaturas, de diversos niveles y caracteres, y para lograrlo adaptó a cada una la forma apropiada, de modo que la forma que reviste el mundo animado es superior a la que rige en el inanimado, y así sucesivamente. La esencia y la calidad de un objeto dependen de su forma, es decir, de su poder espiritual. La forma es la quien determina las características de dicha realidad, y por eso podemos afirmar que la forma es la esencia de la realidad, del objeto. 

Existen creaciones cuya forma está fijada, y durante su existencia no manifiestan ningún cambio esencial. El hombre, por su parte, dotado de libre albedrío, puede modificar su forma cumpliendo las leyes de la Torá, a través del cumplimiento de los preceptos, elevándose espiritualmente. Frente al hombre dotado de libre albedrío se encuentran los ángeles, cuya característica es el permanecer “estáticos”. 

Ya que carecen de libre albedrío no pueden transformar ni mejorar su esencia, y por eso están privados de la posibilidad de elevarse. Es debido a esta razón que teóricamente el hombre puede llegar a un nivel más elevado que el de los propios ángeles. 

“Los componentes de la materia” 

Los cabalistas dividen a toda la materia, en todas sus categorías -inanimado, vegetal, animal y humano-, en cuatro elementos básicos: 1)fuego, 2)aire, 3)agua, 4)tierra. 

La diferencia entre un ente y otro es la proporción de los cuatro elementos que lo componen. El ser humano también está compuesto por los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra, y además de los poderes espirituales que encontramos en el dominio de lo inanimado, vegetal y animal, posee un poder espiritual denominado alma -neshamá-. 

El alma contiene la totalidad del poder espiritual humano tal como, por ejemplo, sus características morales, aunque el principal componente del alma es su poder intelectual. 

“Elementos de la forma: nefesh, ruaj, neshamá, jaiá y iejidá” 

Dijimos anteriormente que la forma es la esencia de todo ente y que Él Creador fijó la forma apropiada para cada uno de ellos de modo tal que éste pueda cumplir la función para la que fue creado. Ya que el hombre es lo principal de la creación, debe cumplir roles superiores al resto de las criaturas, y es por eso que su forma es superior a la de los demás. Si nos compenetramos en la forma humana reconoceremos dos dimensiones, por un lado la vital y por el otro la dimensión intelectual y emocional. 

Las funciones de la dimensión vital no difieren esencialmente de las funciones que realizan los animales, y por eso la forma en esta dimensión se asemeja a la de ellos. Por contrapartida, el alma humana contiene todos los poderes que caracterizan al hombre como una criatura hecha a imagen de Hashem, dotado de libre albedrío, y a quien se delegó el papel de corregir el mundo bajo el Reinado Divino. Los Sabios Cabalistas adjudican nombres a los elementos constituyentes de la forma humana: nefesh, ruaj, neshamá, jaiá y iejidá. 

El nefesh es el poder espiritual más bajo entre los cinco niveles nombrados, es el responsable del funcionamiento de la dimensión vital, y es también quien la activa. Los Sabios sostienen que el hígado simboliza el nefesh, y le sirve por hábitat. 

El ruáj es el poder espiritual siguiente, y el responsable del aspecto emocional del hombre y su carácter. El ruaj es el poder que despierta los deseos, las pasiones, las aspiraciones y de hecho todas las cualidades del hombre. La capacidad de elegir entre el bien y el mal, así como todos los detalles de la acción están ligados al ruaj. 

El corazón simboliza al ruaj, y le sirve por hábitat. La neshamá es el poder espiritual-intelectual que guía al ser humano. Su función es la de orientar y corregir las características negativas, sobreponerse a las bajas pasiones y encausar los poderes personales hacia el servicio divino. La mente simboliza a la neshamá y le sirve por hábitat. 

“La conexión entre nefesh, ruaj y neshamá” 

Neshamá es el nombre genérico quien incluye todos los elementos componentes de la forma humana, es decir, que este término es utilizado muchas veces en forma general, en referencia al alma general, incluyendo al nefesh, ruaj y neshamá. Los niveles nefesh, ruaj y neshamá constituyen una unidad. 

El nefesh activa y controla tanto los órganos internos como los externos, pero él no actúa como un ente independiente sino que está dirigido por el ruáj. Sabemos por ejemplo, que las funciones de nuestro organismo están influidas por nuestro estado de ánimo (enojo, compasión, etc) ligado al ruaj. 

Pero también el ruaj está controlado por el intelecto, ya que, según la Cábala, es éste quien decide si amar u odiar. Aquel que sirve a Hashem de un modo íntegro es aquel cuya mente dirige y controla sus emociones y que a su vez somete a su aspecto físico al servicio de su Creador. 

“Jaiá y iejidá” 

Hablamos por un lado acerca del nefesh y por otro lado del ruaj y la neshamá, quienes caracterizan al hombre como poseedor de libre albedrío. Anexos a estos poderes espirituales que se encuentran interrelacionados en lo más interno de la persona -en la mente, el corazón y el hígado- se encuentran otros poderes espirituales, mas excelsos aún. 

Mas precisamente debido a su elevado nivel no existen en el cuerpo recipientes para contenerlos y entonces circundan al hombre y son denominados -or makif- (luz circundante), en contraposición al nefesh, ruaj y neshamá, conocidos como -or pnimi- (luz interior). Todo ser humano tiene la posibilidad y la capacidad para elevarse siempre más y adquirir luces espirituales superiores por encima de las que posee, y esto se hace posible a través del cumplimiento de los preceptos Divinos.

Rabi Lejel Bar Lev

domingo, 11 de marzo de 2018

La Revelación de la Voluntad Divina



El mundo en el cual vivimos: al principio existió la Voluntad Divina de crear el mundo. 

La voluntad, al igual que el pensamiento, es algo oculto, conocido sólo por su dueño. Es una revelación de la Voluntad del Creador, es decir, que a través de la creación del mundo se revela que hubo una voluntad precedente de crearlo. No podemos sacar ninguna conclusión sobre la capacidad divina basándonos en Su Creación. 

Más aún, si creemos que la capacidad divina y Su voluntad son infinitas, nada Le impediría crear otro mundo, mejor aún y más perfecto. Pero si a pesar de todo Él creó el mundo tal como es, se debe a que limitó Su voluntad y conformó el mundo no de acuerdo a Sus facultades sino que Se impuso una auto limitación con el objeto de crear el mundo acorde a su propósito. 

 “La Voluntad Simple (Ein Sof) y la Voluntad limitada” 

 Al primer aspecto se le llama Voluntad Simple o Ein Sof, Infinito, y al segundo lo llaman Sefirot, emanaciones. Es decir, El Eterno creó un mundo limitado a través de Su Voluntad limitada o -Sefirot-. 

Estas Sefirot las podemos definir como segmentos de la voluntad limitada. El Eterno quiso crear un mundo carente y defectuoso para que los seres humanos, dotados de libre albedrío, corrijan su imperfección a través del servicio al Creador. Si hubiese creado el mundo de acuerdo a Su magnitud y omnipotencia, el mismo sería perfecto y no cabría lugar para el trabajo espiritual del hombre. En otras palabras, Él Creador reveló Su voluntad y Su capacidad limitadas. 

Además El Creador quiso expresar Su voluntad limitada gradualmente, revelación tras revelación. Las diez “Sefirot” son los poderes a través de los cuales El Eterno creó los mundos, y ellos son el instrumento a través del cual se revela Su voluntad limitada, y por medio de quienes creó un universo limitado e imperfecto. Se hace hincapié en que todo el estudio es en torno a la voluntad limitada únicamente, ya que de ningún modo podemos entender ni aprehender en absoluto a la voluntad simple, Ein Sof. 

Más aun, tenemos prohibido investigar y ocuparnos de este tema, sobre el cual se dijo: “No investigues lo que sobrepasa tu capacidad”. El Zohar califica a la voluntad simple divina como la Voluntad de todas las voluntades, la fuente y raíz a partir de la cual serán reveladas todas las voluntades en sus más ínfimos detalles. La voluntad simple, Ein Sof, es la raíz de todo lo que se conformó en el pasado, de lo que existe ahora y de lo que se manifestará en el futuro, es decir, incluye en sí la realidad entera. Toda la realidad es nula frente a la voluntad simple , el Ein Sof. 

 “Luz e Iluminación” 

La Voluntad del Creador se revela por medio de la iluminación espiritual. ¿Cómo hace el Creador para revelar Su voluntad a los seres humanos? La respuesta es que la voluntad del Creador se revela a través de iluminaciones que envía a los hombres. Los grandes Cabalistas explican que la Voluntad Divina llega a sus criaturas como destellos o rayos de luz. Utilizan términos como “luz” o “iluminación” para describir la voluntad del Creador que es enviada desde Su propia fuente hacia sus criaturas. 

 Así como en el mundo material la luz es la fuente y el origen, y la iluminación es lo que procede de una fuente de luz, lo mismo sucede en la Cabala. A la esencia de la Voluntad Divina la llamamos “luz”, mientras que a la voluntad irradiada por El Creador la denominamos “iluminación”. En definitiva, la Luz Infinita, Ein Sof, es la esencia misma, y la iluminación es lo que se desprende y sale de ella. 

 “La iluminación se convierte en Luz” 

La iluminación espiritual que llega al hombre, que es la expansión o Emanación de la Voluntad Divina, proviene de una fuente espiritual elevada, la que a su vez proviene de otra más excelsa y así sucesivamente. El origen de todos los orígenes es la Luz Infinita, Ein Sof, fuente y origen de todos los deseos, fuente de la realidad en su totalidad, de la cual emanan todas las iluminaciones posibles. 

Es decir, la voluntad emana desde el infinito y se manifiesta revelación tras revelación, paso a paso, tal como el saber del Maestro se manifiesta gradualmente desde el alumno de más alto nivel hasta el del nivel que lo subsigue y así sucesivamente. 

Entonces, la expansión de la Voluntad Divina se manifiesta por medio de las -sefirot-, es decir que éstas son la revelación de la voluntad de Hashem. 

“La fuente de la percepción intelectual es el alma” 

 Todo lo que percibe el hombre, en el área que sea, se realiza a través de lo que llamamos la -iluminación mental-. 
Esto significa que la fuente del intelecto, denominado -la luz mental-, envía resplandores, destellos intelectuales, de modo que, por ejemplo, lo estudiado se torna más claro y fácil de comprender. Este resplandor intelectual proviene del intelecto, fuente inagotable de destellos que nos permiten comprender y sacar conclusiones correctas incluso en las áreas a las que los sentidos no tienen acceso. Toda la persona posee una -fuente de intelecto- y los Cabalistas consideran al alma como el asidero de la mente. 

Ahora podemos entender por qué el hombre no puede captar por sí mismo la naturaleza de su alma, porque ésta se encuentra por encima del nivel perceptible del ser humano, mas allá de la mente. No obstante aunque no podamos comprender su esencia, podemos reconocer su existencia. 

 “Todo lo existente tiene un origen espiritual” 

 El supuesto de la Cabala es que toda realidad, desde la criatura más insignificante hasta la más desarrollada, tanto en su conformación como en la continuación de su existencia, depende de la Voluntad del Creador. En términos simples, todo lo que vemos y también lo que no vemos a nuestro alrededor, todos los acontecimientos del presente, pasado y futuro depende pura y exclusivamente de Su voluntad. La Voluntad del Creador es la fuerza espiritual, raíz y base de todo lo creado. 

Y no estamos hablando en este caso de la voluntad en general, sino que estamos refiriéndonos a que cada realidad concreta tiene su propia fuerza espiritual que le da existencia y la mantiene viva. Esta fuerza específica, la Voluntad Divina particularizada, es la raíz de dicha realidad y ésta absorbe su fuerza para continuar existiendo a partir de esta raíz. En el “pensamiento” divino de la Creación estuvieron comprendidas todas las posibilidades y todos los sucesos que habrían de acontecer durante los años de existencia de este mundo, y en dicho pensamiento se prepararon todas las raíces, es decir, las fuerzas espirituales. 

 ¨Todas las raíces espirituales están incluidas en las diez sefirot¨

Cuando hablamos sobre el pensamiento de la Creación, nos referimos al Mundo de Atzilut, en el que se dispusieron las raíces de todo lo referente a nuestro mundo. Se establecieron las leyes y el orden de esas raíces en cuanto a su cantidad y calidad. El Creador quiso que todas esas raíces estuvieran incluidas en las diez sefirot a través de las cuales El rige el universo. 

Todas las raíces espirituales, que constituyen el fundamento de la realidad en su totalidad, emanan de las diez sefirot. 
 La Cábala define las diferentes fuerzas que son la raíz espiritual de toda la Creación, cada una de acuerdo a su nivel y gradación. Asimismo explica que el cumplimiento de diferentes preceptos provoca una conexión con dichas raíces espirituales. 
Además el estudio de la Cábala enseña cómo al cumplir los preceptos Divinos éstos influyen en la raíz del alma humana y cómo contribuye el cumplimiento de los mismos a cumplir con el cometido de la Creación: la corrección del mundo bajo el reinado del Todopoderoso.

domingo, 4 de marzo de 2018

Elemento Tierra



PERFIL DEL ELEMENTO TIERRA 

Veamos el perfil del elemento tierra para entender que tantas ventajas y desventajas nos presenta para no perder el control. Sólo conociendo al enemigo y sus debilidades, así como tus habilidades y tus dones será más fácil predominar en la guerra. La tierra es un elemento pesado, estable, estático, siempre presente que nos da una base, y es el que al definir nuestro territorio, nos provee seguridad. La tierra en sus diferentes presentaciones como piedra, roca, arena, etc., nos sirve como material de construcción, característica que ni otro elemento posee. No es como el fuego, que se dirige siempre hacia a ni como el agua, que va siempre hacia abajo, y menos como el viento, que se mueve de un lado a otro. 

Este elemento es fijo, estático y tranquilo. La tierra se ve como algo simple, sin complicaciones; sin embargo, cuando la trabajamos, logramos hacerla florecer, la embellecemos y sacamos mucho provecho de ella mediante la agricultura. Además, en su interior posee riquezas naturales y, con cierto esfuerzo de excavación y extracción, obtenemos esos dones escondidos. Al ser el elemento más bajo, al que todos pisoteamos, se le considera un símbolo de humildad; como dijo Abraham Avinu: “Soy polvo…”. 

Por otro lado, sentirse pisoteado es causa de tristeza y depresión para la persona, al ver que nadie la valora. El hombre que posee altas dosis de este elemento, en su lado negativo será una persona inactiva, floja, perezosa, y a pesar de que vea muchos dones y minerales valiosos escondidos en su interior, no tendrá la motivación para buscarlos y extraerlos, y menos aún de desarrollarlos. Por ser así, es normal que los demás la pisoteen y se quede metida en la cama por flojera, sintiendo el desprecio y la soledad; luego la tristeza la invade hasta poder llegar a provocarle un “terremoto” emocional depresivo. En su lado positivo, esta persona tendrá el poder de construir, de establecer orden, marcar “territorio” para brindar seguridad a quienes la rodean; estará llena de potencial, él cual no se ve en su superficie, pero quien logre conocerla a fondo descubrirá sus tesoros, que no exhibe debido al don de la humildad que proviene del elemento tierra.  

La Flojera 

El Midrash (Bamidbar Rabá 19:3) nos cuenta que después de la creación, Hashem exhibió los animales ante el ser humano y para demostrar su sabiduría a los ángeles, le pidió que pusiera nombre a todos los animales. El hombre con una inteligencia superior, dio a cada animal un nombre que, en hebreo, encierra toda la característica del animal en las letras que componen esa palabra. 
Al final, Hashem le preguntó: “Y tú, ¿cómo te llamarás?”, a lo que el hombre respondió: “Adam, porque provengo de la Adamá, tierra”. Si el humano ya se había dado cuenta de que poseía dones con los que no contaban los demás seres: inteligencia, alma, habla, etc., ¿por qué no se puso un nombre basado en estas características para destacar esos dones y eligió el elemento tierra como origen de su propio nombre? 

La respuesta nos abre el camino para conocer uno de los más graves problemas que podemos enfrentar en la vida: la f-l-o-j-e-r-a, que nos hace perder tiempo de vida y los múltiples dones que podemos llegar a poseer y no desarrollamos. Por eso el primer humano, el padre de todos nosotros nos trasmite: “Sé que tengo el don de la palabra proveniente del elemento viento y puedo hacer mucho con él. Sé que tengo el don de la energía espiritual en mi alma proveniente del elemento fuego. Sé que para disfrutar de la vida cuento con sabiduría proveniente del elemento agua. 

Pero todo eso se desaprovecha por culpa del elemento tierra, el que nos deja estáticos, cómodos, estancados y pegados a la tierra. Y no sólo vinimos de la tierra y regresaremos a ella, sino que lamentablemente, en el ínterin también vivimos con tierra-flojera. Por eso me llamé Adam, para recordarme siempre el defecto de la flojera que me impide desarrollar mi grandeza”. El Rey Salomón escribió muchos versículos sobre la pereza, lo que demuestra que la consideraba uno de los principales problemas que puede llegar a sufrir el hombre y lo lleva a desaprovechar las maravillosas oportunidades que le presenta la vida. 

Como dijo en Mishlé (26:14): “Al igual que la puerta gira sobre su eje, así el flojo gira en su cama”. Cabe preguntar: ¿no encontró el Rey Salomón otra cosa que gire para comparar al flojo con la puerta? La respuesta es que él versículo nos insinúa lo dicho anteriormente: muchas puertas en la vida pueden abrirse, pero el flojo prefiere quedarse dormido y desaprovechar la oportunidad. Y por eso en el versículo siguiente dice: “Aunque la mesa esté servida, le da pereza hasta alzar la cuchara a su boca”. 

De nuevo, el mensaje: la mesa de la vida está servida con todos los manjares, pero él flojo ni siquiera hace el esfuerzo de tomarlos. Por ello en el capítulo 24:30 dice: “A un lado del campo de un flojo pasé y vi que estaba lleno de espinos, árido, abandonado y el muro de piedra destruido. Me detuve, lo observé, tome la moraleja y la guardé en mi corazón, concluyendo vida se necesita soñar menos y adormecerse menos los brazos, ya que esto te causará pobreza en todos los ámbitos de tu vida”. 

Al respecto hay un dicho: “La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”. Por eso el Rey Salomón nos aconseja: “Observa a la hormiga, flojo, observa su vida y sé inteligente. Mira cómo aunque no tiene policía ni capataz, trabaja con diligencia en el verano para almacenar y tener comida en el invierno” (Mishlé 6:6). La hormiga es un ser trabajador. Nunca veremos a una hormiga holgazaneando. Carga incansablemente alimento y materiales necesarios para llevarlos a su hormiguero. 

No necesita de un capataz con un látigo en la mano para que se mueva; su naturaleza es ágil. Recoge durante el verano para tener alimento en el invierno. Imagino que conocen la parábola de la hormiga y el grillo. En el verano, ella trabajaba sin descanso y el grillo sólo cantaba y cantaba. Cuando llegó el invierno, la hormiga entró a su casa, la cual había preparado con mucho trabajo y estaba calentita, con la despensa llena. Y el grillo, que en lugar de trabajar se la pasó cantando, ahora sufría de frío y estaba muerto de hambre. Esta fábula nos da la moraleja de la vida: el verano hace alusión a la vida en la que el cuerpo está caliente; y el invierno no alude a la muerte, ya que en ésta el cuerpo ya se enfrió. 

La enseñanza es que debemos trabajar incansablemente en “los días de verano” en este mundo e ir almacenando y preparando nuestra casa en el Mundo Venidero, para no sufrir el “invierno”. 
Muchos de ustedes recordarán el mensaje impactante que dejó el multimillonario Eliahu Reichman, a través de dos cartas a sus hijos. Él pidió que una de las cartas fuera abierta antes de su entierro y la otra después de los siete días luto. 

Los hijos de Reichman, al abrir la primera carta, se quedaron impactados. Estaban seguros de que se trataría de herencia, mensaje, enseñanza y, sin embargo, la carta contenía una extraña petición: “Entiérrenme con un solo calcetín”. 
Los hijos no entendieron cómo su padre, que era un hombre de religión y fe, pedía algo así, tan inusual, pues ellos sabían que a los muertos judíos se les entierra desnudos, sólo cubiertos con su mortaja. Acudieron a rabinos y legisladores de la ley para ver de que ” forma se podía hacer una excepción y cumplir el único y extraño deseo de su padre. Sin embargo, la legislación era muy clara: “No hay excepciones con ninguno. Lamentablemente no entendemos qué quería su señor padre, pero tampoco podemos cumplir su petición”. 

Decepcionados y confusos, enterraron a su padre sin ese calcetín, y con ansiedad esperaron que pasaran los siete días para abrir la segunda carta. Cuando terminó el plazo y abrieron el documento, el mensaje que aparecía allí aclaró todo: “Hijos, les dejé como herencia miles de millones de dólares, pero no olviden nunca que ni un calcetín me pude llevar”. La vida es corta y pasa rápido. Debemos dominar el elemento tierra y no dejar que su característica de la flojera nos controle.  

La Tristeza 

El flojo, al ver todo lo que desaprovecha y las múltiples oportunidades que se le presentan en la vida, aplica la regla de: “No hagas hoy lo que puedes hacer mañana”, puede llegar a caer en la tristeza, lo que le provoca ver el punto negro en cada plan de vida u opción que se le ofrezca, argumentando toda clase de excusas: “Es que esta carrera es muy larga y costosa”, “Es que a este trabajo no le veo un gran futuro”, “Esta rama industrial ya está por caducar”, etc., etc. Y en verdad el problema no radica en la veracidad de las excusas, sino en su flojera. 

Al ver el panorama negro, también ve su propia vida a través de esos lentes oscuros. Ver las cosas así solamente incrementa su tristeza. Y cuando todo se ve negativo y con tristeza, es muy difícil sentir la alegría. Dice la Guemará (Ketubot 59:2): “El ocio lleva al aburrimiento y el aburrimiento causa los pecados”. Cuando uno está sentado sin hacer nada, con la mente vacía e inactiva, puede llegar a cometer pecados graves. Por ejemplo, el que no tiene fuerza para salir a trabajar y ganarse su manutención, se sienta en su casa aburrido, planeando cómo hacer dinero fácil: robando, engañando, secuestrando o simplemente apostando. 

Sabemos que estos caminos llevan a una mala vida, llena de sufrimientos y tristezas. Y si hasta ahora uno sólo estaba triste, al ver cómo condujo su vida caerá en la depresión. Este concepto está insinuado, de forma increíble, en la historia del comienzo de la humanidad, cuando después de que Adam y Javá pecaron, Hashem los juzgó, y al hombre le dijo: con el sudor de tu frente conseguirás el pan y con tristeza lo comerás”, y a la mujer dijo: “Se incrementará tu tristeza y con esta tendrás y criarás a tus hijos”. Además, dijo a la serpiente: “Tierra comerás toda tu vida”. 

Surge la pregunta: ¿acaso la serpiente come polvo? Además, como ya dijimos en base al Zóhar, la serpiente simboliza ángel S'M, “seductor del mal”. Si es así, ¿qué quiere decir, respecto a él, “tierra comerás”? En el canal del Rémez, todo esto cobra un sentido diferente. El pecado en el paraíso fue resultado de la ociosidad y el aburrimiento; el Midrash relata: Adam y Javá vivieron ese tiempo en el paraíso como reyes, ángeles les servían, todo abundaba, el hombre no tenía que trabajar y la mujer carecía de las preocupaciones del hogar o de la crianza de los hijos. 

Y eso los llevó a “inventar qué hacer”. Cuando la serpiente-el ángel S'M llegó y les ofreció un fruto que tendría un efecto secundario: “Serán como Hashem” frase muy tentadora para los flojos— no dudaron en tomarlo. Por eso Hashem dijo a Adam y Javá: “Ya que el ocio y el aburrimiento te llevaron a pecar, ahora saldrás a la tierra y la trabajarás incansablemente para conseguir el alimento con tu sudor. Y tú, mujer, estarás ocupada trabajando por tu hogar y tu descendencia. 

Eso los ayudará a no caer en el aburrimiento que lleva a la tristeza, sino que les dará ocupación y agilidad que les traerán satisfacción y alegría”. Y cuando se dirigió a la serpiente-ángel S'M, Hashem le dijo, de modo que lo escucharan Adam y Javá: “Y tú serpiente, tierra comerás… atacarás el talón del hombre y él tu cabeza”. (Por tratarse de un ángel, el juicio tenía que haber sido realizado en la corte celestial y no en la tierra, no frente a Adam y Javá, a menos que las palabras del veredicto dirigidas a ella, pero también para que fueran escuchadas por ellos. 

Como dice el dicho: “Te lo digo Juan, para que lo escuches Pedro”.) En la dimensión del Rémez esto significa lo siguiente: el elemento tierra, así como fuimos desarrollándolo, hace alusión a la tristeza y cuando el hombre cae en ella, lo hace vulnerable al yétzer hará, el instinto del mal, que prácticamente aprovecha su desánimo para hacerlo pecar. El talón insinúa tener el ánimo por los suelos y la cabeza al ánimo elevado. 

Por ello Hashem dijo al ángel S'M, para que el ser humano sepa que cuando se sienta con el ánimo en el piso, pisoteado como la tierra, ahí aprovechará la serpiente para comerse al hombre-tierra. Pero cuando éste, a pesar de todo, se anime y levante cabeza, vencerá a la serpiente. Es decir, el modo de trabajar del yétzer hará, el instinto del mal, es rebajándonos, dándonos a entender que de nada servirá lo que hagamos, que nuestra falla, nuestro pecado o nuestra adicción son tan grandes que, aun cuando trabajemos, no lograremos superar el desánimo. Es como si nos dijera: “Ya que están en el hoyo, ¡sigan ahí!”. 

Este mensaje Hashem lo repitió a Caín, al hijo de Adam y Javá. Después de asesinar a su hermano Hébel, le dijo: “¡Por qué estás triste y cabizbajo?”. La pregunta no se entiende. Si acaba de matar a su hermano, obviamente que estará triste y decaído. Pero Hashem sabe lo que dice y reclama: “No importa que tan bajo caíste en tu vida. Lo más importante ahora es poner un límite para que no se convierta en una caída libre. 

Mejor reflexiona, arrepiéntete, arregla el error, pide perdón, lugar de dejarte caer en la depresión, porque esto será peor, pues te llevará a darte por vencido y a cometer más y pecados”, como lo dice el versículo siguiente: “Si te animas, mejorarás; y si no, a la vuelta, en la puerta, te espera el siguiente pecado” (Bereshit 4:7). Con esto Hashem nos enseñó: “Incluso si acabas de cometer un asesinato, más te vale animarte para no caer en tristeza depresiva y lo que ésta acarrea. Tanto más ante cual pecado, error o falla que puedas cometer en tu vida: no debes permitir que tu ánimo caiga hasta los talones”. Como dijo el Rey Salomón: “Siete veces caerá el justo y se levantará” (Mishlé 24:16); es decir, la grandeza del sabio consiste en que a pesar de las caídas logre levantarse de nuevo. 

Reparando la Tierra 

Como ya vimos en los elementos anteriores, para poder combatir su efecto negativo debemos irnos al extremo contrario. En el caso de la flojera, es la agilidad. La ganancia de la persona ágil es que vive más que los demás. Lo explicaré: la hora tiene 60 minutos; no más. El día tiene sólo 24 horas, y cada semana está compuesta de siete días. Es decir, no puedes agregar más minutos a la hora o días de la semana. Pero sí puedes convertir los 60 min en 80 o 100, dependiendo de cómo los aproveches y que tan ágil, rápido y bien hagas las cosas. 

Un ejemplo simple: el día del flojo comienza levantándose tarde, se arrastra con los ojos entreabiertos y se viste con lentitud; su desayuno es lento y pesado; se le pasa la mañana y entra la tarde fantaseando y ensimismado; quizá trabaje un poco y despacio; espera a que llegue la noche para sentarse frente a su computadora o televisión para pasar el tiempo y aguardar que llegue la hora de dormir con los ojos cerrados, después de haber vivido un día adormilado con los ojos abiertos. Sin embargo, el ágil, para quien también pasaron las 24 horas, se levantó temprano con agilidad, se arregló sonriente y caminando alegremente se fue a rezar; desayuno empezó un día fructífero, lleno de reuniones, trabajo, deporte, comunicación, estudio, amigos, familia, compromisos, etc., etc, y tuvo tiempo para todo eso y más. 

Para los dos transcurrió un día, pero el ágil vivió dos en uno. Esto nos enseña que, después de 120 años, sobre la lápida se indicará la cantidad de años vividos, pero no la calidad de ese tiempo. Los años de vida que Hashem nos destinó vivir es casi imposible aumentarlos, como lo sabemos con el Rey David, quien a pesar de todo lo que hizo para vivir sólo tres horas más, no le fue posible. Y las de Hashem fueron: “Llegó la hora de terminar tu ciclo para que empiece el de tu hijo Salomón”. Sin embargo, la Toráh si bendice con vida larga, pero el lenguaje en el versículo, traducido correctamente, es: “Que se te alarguen tus días”, “Para que se alargue tu vida”. 

No habla necesariamente de días o años, sino de que los mismos sean largos y bien aprovechados. El ágil valora el tiempo y entiende que un tercio de su vida lo usa en dormir, y esto, aunque sea muy agradable, no le da ganancia. Quitemos los años de la niñez, hasta que maduramos y empezamos a entender la vida. Sumemos los años de la vejez, cuando ya cualquier tarea representa una dificultad ¿Qué nos quedó de vida? Y para conectar esto con los elementos que hemos mencionado, es interesante notar que comenzamos nuestra vida con el elemento tierra, ya que como bebés estamos normalmente dormidos, estáticos y llorando. 

Al crecer un poco, inicia su función el elemento viento que de niños nos hace correr de un lado a otro, montar bicicleta, saltar; hasta parece que somos incansables como el viento. Crecemos un poco más y llega el turno del elemento agua, cuando corremos a satisfacer nuestros deseos a través de placeres y goces. A la hora de casarnos, nos invade el elemento fuego, llegándonos de orgullo y, por supuesto, de enojo, ya que empiezan las pesadas tareas de manutención, diligencias familiares, compromisos de los hijos, etcétera. 

Finalizamos de nuevo nuestro ciclo con el elemento tierra, donde la vejez representa la tranquilidad, la estabilidad, la seriedad, incluso un poco de tristeza y quejas. Ahora entendemos, en otra dimensión, el versículo que dice: “De la tierra vienes y a la tierra volverás”, que hace alusión a la niñez y a la vejez, ambos periodos dominados por el elemento tierra. Así, lo que nos queda por vivir de una manera fructífera, ágil y bien aprovechada, son los años que están en medio, ya que si vienes de la tierra y viviste dominado por el elemento tierra (flojo, triste, etc.) y acabaste como tierra, ¿para qué viniste a la Tierra? 

El ágil valora el tiempo. 

Y como dicen: 
• Si quieres conocer el valor de un mes, pregunta a una mamá cuyo bebé nació a los seis meses. 
• Si quieres saber el valor de una semana, pregunta a un periodista de una revista semanal. 
• Si quieres saber el valor de un día, pregunta a dos enamorados que no se verán durante dos días. 
• Si deseas conocer el valor de una hora, pregunta a un empleado o comerciante exitoso. 
• Si quieres conocer el valor de un minuto, pregunta a quien perdió el tren. 
• Si quieres conocer el valor de un segundo, pregunta al que se salvó de un accidente. 
• Si quieres conocer el valor de una décima de segundo, pregúntale a un corredor olímpico que, por ese mínimo lapso, obtuvo la medalla de oro. 

La agilidad demuestra el interés, la comprensión y el valor que se da a las cosas. El flojo normalmente es así porque es apático o desinteresado con todo, pero si metiera un poco de interés y valor a las cosas, lograría romper con este esquema y la prueba es que, al igual que el dormilón, que siempre se levanta tarde, el día que le toca salir de vacaciones, ir a la playa, viajar a Europa, se convierte de pronto en un madrugador e incluso lo escucharemos cantar antes que el gallo. Por ello la reparación de la flojera es justamente descubrir los tesoros escondidos detrás de cada cosa, como lo manifiesta la tierra. Si crees que tu campo es un terreno simple no te esforzarás en trabajarlo. 

Pero si descubres que en su interior hay una mina de diamantes, excavarás con agilidad y sin descanso. Como vimos en los elementos anteriores, se necesita de los elementos opuestos para equilibrarse. Normalmente el elemento tierra es el que equilibra a los tres primeros: el fuego del orgullo se balancea con el contrapeso de la tierra humilde; la volatilidad del viento se controla con la estabilidad de la tierra, y las barreras y fronteras que ésta representan ayudan a controlar la marea de adicciones provenientes del elemento agua. Así sucede en la realidad: con la tierra se apaga la fogata, con construcciones de tierra y piedras limitamos las tormentas del viento, y con diques hechos de arena limitamos y controlamos la corriente del agua. 

Esta vez las características negativas del elemento tierra necesitan de los otros tres elementos para equilibrarse. Es por ello que el flojo debe incrementar la llama del fuego que está en él, aspirar a lo alto, motivarse, soñar en grande. Y posteriormente, agregar a la receta un toque del elemento aire que le dará la agilidad para correr a realizar esas metas, agregando el toque importante del elemento agua que le ayuda a gozar de lo que hace, llenándolo de sonrisas y vida. Y por supuesto, conservando la estabilidad del elemento tierra, con las fronteras y las barreras que éste representa, podrá el flojo convertirse en una persona más equilibrada. 

No en vano el gran legislador de las leyes judías, el Tur, decidió iniciar su obra con las siguientes palabras: “Sé atrevido como el tigre, rápido como la gacela; vuela ágil como el águila y sé fuerte como el león” para servir a Hashem. Y solo después empezó con las listas de leyes y obligaciones que tiene la persona para con Hashem y para con ella misma como diciéndonos: “Sólo si eres ágil cumplirás todo esto bien en cantidad y calidad, ya que no esperarás que las mitzvot, los preceptos, te lleguen, sino que correrás hacia ellos. 

Obviamente esto lo lograrás únicamente cuando des a cada precepto el valor tan grande que en realidad tiene, sabiendo que proviene de la fuente divina, y comprobaras que cada halajá es una alhaja, con la cual adornarás tu Mundo Venidero”. Este patrón te servirá para cualquier objetivo en la vida, donde entender la importancia del objetivo y tener la ambición para alcanzarlo te hará más ágil. Sueña con una causa lujosa; aspira a cambiar tu coche viejo; mentaliza que debes proporcionar el día de mañana a tu esposa e hijos una buena vida económica. 

Estas metas no son malas; son necesarias para que madrugues, trabajes, te muevas y corras a tener calidad de vida. Con esta forma de pensar terminarás viviendo bien en este mundo y en el Venidero, y no siguiendo el camino del grillo, de no hacer nada en el verano y sufrir en el invierno. 

¡Se alegre! 

La tristeza es una ramificación negativa del elemento tierra; es muy negativa y hasta puede llegar a ser peligrosa al provocarnos ser personas encerradas y amargadas hasta caer en la depresión, e incluso en su mayor extremo puede llevarnos a decidir quitarnos la vida. Por eso esta ramificación requiere de mayor atención, dada su importancia y gravedad. La alegría es un regalo en la vida. ¡Dichoso el que la posee por naturaleza! Ve la vida diferente y su rostro está adornado constantemente con el más bello maquillaje: la sonrisa. 

Por desgracia, la cara común de la gente en la calle es seria y larga. Y la verdad, ¡no se vale! Remontémonos al siglo XV y observemos a una familia común y corriente: el esposo trabaja en el campo sujetando el arado, lleno de sudor bajo el calor del día, deseando que alguna nube llegue y le riegue el campo. La esposa lava a mano la ropa en el río y se apura para ordeñar la vaca, recoger uno o dos huevos que puso la gallina y, con una verdurita del campo, preparar la comida para su esposo. 

Ni hablar de viajes en burro durante días enteros para ir a visitar a un familiar. Y así con otros ejemplos cotidianos. Acerquémonos a esta pareja y digámosle un secreto: “Llegará el día en que un tractor arará tu tierra mientras estás sentado en un cómodo asiento de cuero. Con un sistema de irrigación proporcionarás agua a tu tierra hasta en los días más calurosos del año. Y tú, señora, manejarás todo con un dedo que apretará botones; y todo tu hogar estará lleno de sirvientas, todas llamadas ‘Dora’: lavadora, licuadora, secadora, freidora, etcétera.”. Ni hablar de ilusionarlos con los celulares, los aviones, las computadoras con internet y mucho más. Seguro nos dirían: “Si eso sucediera algún día, debería llamarse la era mesiánica. Y seguro la gente que viva en esa época dorada tendrá una sonrisa constante y estará alegre, ya que tendrá todo”. 

Y aquí estamos nosotros, viviendo esa época. Sin embargo, me atrevo a dudar de quiénes estaban más alegres, ellos o nosotros. Tenemos todo y no apreciamos nada, pues en lugar de alegrarnos con lo mucho que tenernos, nos amargamos por lo poco que nos hace falta. No importa lo que el mundo, la vida o la tecnología nos den, siempre nos sentimos inconformes porque vemos el punto negativo de la vida y nos ocupamos en ver qué más “necesitamos”, en lugar de apreciar lo que ya tenemos. 

La regla del vaso medio lleno o medio vacío es la siguiente: en nosotros mismos vemos la mitad vacía, lo que nos falta, y en el prójimo vemos la mitad del vaso lleno que él tiene. Vivimos con la sensación de que el jardín del vecino es más verde. Pero olvidamos que si ese jardín es más verde es porque tiene debajo mucho abono (imagino que saben de qué está hecho: excremento y basura). Así es la vida de muchos que envidiamos por tener muchos “verdes”. Olvidamos que debajo de esos “verdes” hay problemas, carencias y tristezas que no quisiéramos tener. Dejemos de amargarnos la vida. Veamos el mundo en su lado positivo. Usemos frases motivadoras: “La vida es bella”, “Gracias a Hashem todo está bien”, “Hashem sabe bien todo lo que hace”, “No hay mal que por bien no venga”. 

Relatan que hubo una vez un hombre qué trabajaba muy duro como aguatero. Temprano por la mañana iba al río y llenaba sus dos cubetas con agua, para después subir por un campo árido hasta la ciudad, donde la vendía y con dinero mantenía a su familia. 
La cubeta que llevaba en su mano izquierda ya estaba vieja y desgastada, e incluso tenía una pequeña grieta que causaba que de camino a la ciudad el agua goteara por esa fisura. 

Un día la cubeta dijo al aguatero: la verdad, creo que ya tienes que tirarme. Ya no sirvo. La cubeta de la derecha es fuerte, está nueva y sellada. Pero yo, en cambio, mira cuánta agua tiro camino a la ciudad. Mejor deséchame. Ya cumplí mi ciclo”. El aguatero volteó a decirle: “Cubeta, cubeta… En la vida las cosas nunca son perfectas y siempre hay que ver el lado positivo. Sí, es verdad que pierdo algunas gotas de agua mientras camino. Pero observa: con esas gotitas, el lado izquierdo de mi camino se ha llenado de flores que tú riegas sin querer cada día. 

Además de darme un agradable paisaje mientras cargo el agua, y un delicioso aroma que me anima, me llevo cada día dos flores para mi querida esposa. Y la sonrisa que ella me regala vale mucho más que las gotas de agua que se pierden”. 

El rabino Yejiel Yaacobson, uno de los grandes educadores de Israel, relata que en cierta ocasión hizo un pequeño experimento, con el objetivo de ofrecer a sus alumnos una gran lección para la vida. En un colegio dijo a los estudiantes: “Por portarse mal, mañana caminarán tres kilómetros en el campo que está fuera de la ciudad”. Y a otro grupo en otra escuela dijo: “Por portarse bien, mañana saldremos a pasear y caminaremos como tres kilómetros fuera de la ciudad”. 

Al día siguiente, en la misma senda, caminaban los dos grupos. Los que estaban molestos y se quejaban de que no merecían ese castigo, decían: “Es un severo castigo esta aburrida caminata bajo el sol”. Los del otro grupo caminaban alegres y sonrientes por el premio que se les había dado. Gozaban del aroma de las flores, el canto de las aves y de los rayos calurosos del sol. 

La moraleja es muy obvia: muchas veces nos toca vivir el mismo camino; algunos lo disfrutan y otros echan chispas. Un ejemplo típico podría ser un vuelo trasatlántico donde algunos se la pasan quejándose por el incómodo, el reloj que parece no avanzar, el vaso de agua que se derramó por una pequeña turbulencia, etc., y otros se la pasan maravillados ante lo afortunados que son de llegar de un extremo al otro del mundo en unas cuantas horas, cuando hasta hace relativamente poco las travesías eran de meses y estaban llenas de peligros, y no había pequeñas turbulencias sino grandes tempestades que provocaban mareos y vomito; y los asientos no eran de cuero ni cómodos, sino bancas de madera o metal que llenaban el cuerpo de ampollas. 

De nuevo, dos personas en el mismo vuelo, una con cara larga y la otra con una sonrisa. Así es la vida. En la misma senda, unos deciden sufrir y otros pasarla bien. En el libro Beayn Yehudit leí cómo el pensamiento ayuda a hacer agradable cualquier labor. Trae el ejemplo de dos cocineras que trabajaban en el ejército de la nación. Una pensaba sólo en el sueldo y que llegara el fin de mes para cobrar, y la otra pensaba constantemente en dar comida, fuerza y animo a los soldados que defienden al país. Las dos están pelando papas, pero una con cara seria, y la otra, alegre. Decidamos actuar con inteligencia: de cualquier manera tenemos que vivir el día como se presente; entonces, ¡pasémosla bien! 

Cuando mi hijo después de unas vacaciones pronunció una frase que quizá cada uno de nosotros expresó alguna vez de niño: “Qué flojera regresar al colegio”, yo le dije “Hijo, no tienes opción de ir o no ir. Debes ir. La única opción que tienes es decidir si lo disfrutas o te amargas. Mi consejo es: si igual vas a ir, gózalo. Disfruta de tus amigos, aprecia la información y la formación que te dan. Además de esto hará que el tiempo se te pase rápido, al final también habrás gozado y habrás obtenido buenas calificaciones herramientas para la vida”. Dice el Gaón de Vilna: “Cualquier problema que sobrevenga a la persona, sólo con alegría podrá combatirlo”. 

Profundizando en este dicho de una de las personas más sabias que ha conocido la humanidad en general, y el pueblo judío en particular, vemos cuán cierto es, ya que la persona triste camina con los ojos apagados, la boca cerrada, sin hablar mucho; a través de la nariz realiza respiraciones cortas y camina encogida en sí misma. Este cierre físico provoca que también la mente se cierre, se encoja, se opaque y se bloquee. 

E incluso si a esta persona se le presentan oportunidades de pareja, de negocios, etc., no las podrá ver ni analizar; no se abrirá al cambio. Sin embargo, el alegre va por la vida con los ojos abiertos y llenos de luz, la boca abierta y llena de risas; su respiración es profunda y llena así de oxígeno a su cerebro, lo abre, amplía su visión y agiliza las conexiones neuronales, proveyéndole ideas, sabiduría y alegría. 

Además, en la actualidad sabemos que hasta enfermedades graves pueden tratarse, y hacer más efectivos los tratamientos, cuando la persona está animada y alegre. Por ello se dan sesiones de risoterapia, ya que está comprobado que la tristeza, el desánimo y la falta de esperanza por la vida agravan la enfermedad y adelantan la muerte. Pero la alegría, la risa y la sonrisa aumentan las defensas y dan a cada pastilla o tratamiento una sobredosis de eficacia. También en el ámbito del trabajo y la manutención, la alegría provoca que uno trabaje mejor, y sabemos que un vendedor sonriente vende mejor. 

Este concepto se encuentra una famosa historia. Relatan que había una vez un pobre cuya situación económica era tan mala que iba a trabajar con mente cerrada, cara larga y corazón amargado. Por trabajar así trabajaba mal; por trabajar mal, le pagaban menos; por pagarle menos, se sentía más triste; por estar más triste, trabajaba peor; por trabajar peor, le pagaban menos, y así sucesivamente. Se hundió en un círculo vicioso e iba de mal en peor. Un día se encontró con él un hombre que al verlo le dijo: “Quiero ayudarte a salir de tu pobreza. Te regalo este lingote oro. Sólo te pido que cumplas una condición: guárdalo y no lo uses, excepto en caso de extrema urgencia”. 

El hombre llegó a su casa con una sonrisa; excavó y guardó bien profundo en la tierra su lingote de oro. Después salió a trabajar con gran alegría y emoción. Trabajó así y trabajó bien; trabajó bien, le pagaron más; le pagaron más, se alegró más y trabajó mejor. Así, mejoró en un círculo progresivo y logró salir de la pobreza llegando a ser millonario, con muchos lingotes de oro en el banco. Un día, decidió desenterrar el lingote aquel y regalárselo a un pobre necesitado para repetir la buena acción que hicieron con él. Por primera vez después de muchos años, volvieron sus manos a tocar el lingote. 

Pero esta vez él ya era experto y conocedor del oro y al observar bien el lingote, se dio cuenta de que era un pedazo de metal pintado de color oro. Impactado el engaño se cuestionó: “Si nunca tuve en verdad un lingote de oro, ¿cómo es que salí de mi pobreza?”. Y la respuesta se hallaba en la parte inferior del lingote, donde estaba escrita una frase: “¿Quién es rico? Quien está alegre”. 

Controlar la Humildad 

Como vimos en cada elemento, también la ramificación positiva debe ser controlada y administrada, como la Torah en el elemento fuego, el rezo en el elemento aire y la bondad en el elemento agua. De la misma manera en el caso del elemento tierra, la ramificación positiva de la humildad que éste posee debe ser limitada. Aunque en muchos escritos, desde el Pirké Abot hasta Maimónides, aclaran que en el caso de la humildad la persona puede hacer más de lo normal y tratar de ser muy humilde, hay que tener cuidado con el exceso y no caer en el desprecio por parte de los demás, la baja autoestima y la humildad negativa. 

Pese a que ya tocamos un poco de esto en el capítulo del elemento fuego, ampliaremos este punto para establecer los límites de la humildad. En la Toráh se relata que Hashem fue con Moshé para ofrecerle el liderazgo y ser el salvador que sacaría al pueblo de Egipto. En ese encuentro en la zarza, Moshé se niega y se considera no apto ni digno para hacerlo, y ofrece como una alternativa a su hermano Aharón para que él sea el salvador. Esta discusión tarda siete días, hasta que Hashem se molesta con Moshé y le quita el sacerdocio, diciéndole: “Pensé en darte a ti y a tu descendencia el honor de ser los sumos sacerdotes. 

Pero debido a tu exceso de humildad, te lo quito y se lo doy a tu hermano Aharón”. Él versículo (Shemot 4:14) se expresa con dureza y dice: “Y se enojó contra Moshé”. Cabe preguntar: ¿por qué enojarse y castigar, si al fin y al cabo se trata de una cualidad tan deseada como la humildad? La respuesta es que a Hashem le gusta la humildad, pero no cuando ésta impide a la persona crecer, triunfar, asumir grandes tareas, y que en lugar de convertirse en un gran líder continúe como un simple pastor. 

Este concepto lo encontramos también en el profeta Irmeyahu (1:7) cuando Hashem le dice: “Te he elegido y santificado para ser un profeta”, y él le contesta: “Hashem, no sé hablar. Soy un simple muchacho”. Y también aquí Hashem se molesta y lo reprende diciéndole: “No digas que eres un muchacho”. 

Hay que notar que Hashem no le reclama: “No pienses”, sino ‘No digas”, lo que hace una diferencia muy grande, ya que cuando la persona saca por su boca frases, éstas terminan por convencerla de que así es. Por eso quien dice: “No valgo”, “No puedo”, “No lo lograré”, “No es para mí”, etc., está causando que estas palabras lo bloqueen y sin importar que dones posea, son neutralizados con estas sentencias. 

Nuestros escritos están llenos de ejemplos de los efectos devastadores de la baja autovaloración y la pérdida de grandes oportunidades que podemos llegar a sufrir, y uno de los más destacados es la frase: “La humildad de nuestro Rabí Zejariá ben Abkulés destruyó nuestro Segundo Templo”. Se relata que por no valorarse, por no tomar decisiones enérgicas y no sentirse capaz de modificar ni un instante una ley, con tal de no congraciarse con el imperio romano y al aceptar el sacrificio defectuoso que mandaron, Rabí Zejariá provocó el enojo del César y posteriormente la destrucción del Templo. 

También el Rey Shaúl perdió su reinado porque reconoció que, aun cuando Hashem le había ordenado que no tomaran ningún botín en la guerra contra Amalek, el pueblo no obedeció debido a su extrema humildad, no impuso su autoridad y cedió. De nuevo vemos cómo todo en la vida necesita un límite incluso la valiosa cualidad de la humildad. 

La Toráh, cuando habló de Moshé, escribió anav (“humilde”) sin la letra yud, no por error ortográfico, sino para insinuarnos que hay una humildad negativa, ya que sin la letra yud las letras restantes conforman la palabra avón (“pecado”), para enseñarnos que hay una humildad prohibida. 

El Equilibrio 

Como ya sabemos, lo ideal no está en los extremos. No debe ser uno flojo ni hiperactivo, ni triste ni burlón, sino tratar de encontrar el equilibrio en todas las cualidades y usarlas en las áreas correctas. La flojera puede tener ventajas y la agilidad desventajas. Hay que ser flojo para hacer el mal y tener cuidado de no ser ágil para la maldad. Este concepto lo vemos aplicado en el ritual de los sacrificios, donde se seguía un proceso especial con la sangre y el sebo, y el motivo por el cual se escogieron estos dos elementos es que la sangre simboliza la agilidad, pues corre por todo el cuerpo. Y el sebo representaba la pasividad, la pesadez y la flojera. 

En este ritual se pedía perdón a Hashem por haber sido ágiles para el mal y flojos para el bien, y haber usado incorrectamente la sangre y la grasa, prometiendo que a partir de ese día utilizaríamos las dos fuerzas con equilibrio, dominio y canalización hacia las áreas correctas. Además, el equilibrio del ser humano consiste en combinar el cielo y la tierra, entre el elemento fuego-cielo-ambiciones-espiritualidad y el elemento tierra-materialismo-acción-cuerpo. 

Prácticamente el hombre es como un globo aerostático, en el que los sacos de arena y tierra lo mantienen abajo, en el suelo. Pero necesita del elemento fuego para generar aire caliente, llenar su globo y elevarse; no demasiado, porque el globo no aguantaría; y no poco, porque no despegaría. La sabiduría consiste en equilibrar entre el peso de la arena de los lastres y el tamaño del globo con su respectivo aire caliente. También en el área de la tristeza y la alegría, el equilibrio es la clave. 

No puedes estar triste y llorando todo el día, ni tampoco riéndote ni burlándote de la gente y de la vida. Agrega el toque de una persona alegre seria a la vez, con una leve sonrisa en el rostro, que sabe reír cuando es necesario y sabe derramar una lagrima, pero en ambos sabe poner un límite y control. En el calendario judío tenemos días tristes y días alegres, y justamente el año comienza con días de seriedad, de preocupación por el juicio en Rosh Hashaná. 

El momento culminante es en Yom Kipur, donde nos plegamos hacia nosotros mismos, reflexionamos, derramamos lágrimas por los pecados que pudimos haber cometido y, después de unos días, nos vamos al otro extremo: empiezan los días de la festividad de Sucot, con sus bailes de Simjat Bet Hashoebá. Y por supuesto, la gran fiesta y la alegría de Simjat Torá. Ambos extremos no son uns forma de vida. No podemos llorar todos los días por nuestros pecados y andar encogidos envueltos en el talít día y noche, ni tampoco salir a bailar y a chocar vasos diciendo Lejáim en todo momento. Estos son dos polos al principio del año para marcar los limites. Y ahora te toca vivir el equilibrio entre los dos. 

De una manera más profunda, en la Kabalá se habla de dos fuerzas negativas denominadas Lilith y Majalat, que atacan a la persona justamente en los extremos. Lilith viene de la palabra yelalá, que significa: “llanto, clamor, tristeza”. Esta se encarga de seducir a toda la gente que ha caído en esto, ofreciéndoles pecados y diversiones prohibidas para “animarse”. Majalat proviene de la palabra majol, “baile”, “alegría”. Esta se encarga de tomar a la gente que se fue a este extremo y en la euforia de una fiesta llena de alcohol, bailes, risa, etc., la seduce a cometer pecados en ese estado como diciendo: “Ya que gozas, goza hasta el final”. 

Hablamos antes del invierno que nos encoge y nos encierra en nuestros abrigos de vida. Nos tapa el maravilloso cielo con nubes grises y oscuras. Hace caer las bellas hojas de los árboles que nos adornan el paisaje. Y sus tormentas, lluvia y nieve nos encierran en la casa y en nosotros mismos. Sin embargo, en el otro extremo, están los días calurosos del verano, que nos desvisten y nos hacen correr en las playas, tomar el sol y reírnos de la vida, tomando en cuenta todos los riesgos espirituales y morales que esto acarrea. 

Podemos decir que el invierno es el símbolo de Lilith y el verano el de Majalat, y ambas deben estar bajo nuestro control. Cada extremo es necesario, pero no hay nada mejor que vivir una primavera equilibrada. 

Epilogo Elemental 

Cuando Hashem creo el mundo puso en él diferentes criaturas; sin embargo, la corona de la Creación es el ser humano. Es un malabarista que debe saber jugar con los cuatros elementos y tener cuidado de que ninguno de éstos lo controle, a diferencia de los ángeles, que están hechos, como dijeran nuestros Sabios, de fuego y aire, basados en el versículo de Tehilim (104:4): “Hace a sus ángeles de aire y a sus emisarios celestiales de fuego”, y no tienen ninguna necesidad ni obligación de combinarlos ni de adquirir los elementos opuestos, como la tierra y el agua. 

Por otro lado, la fauna está hecha especialmente de los elementos bajos, la tierra y el agua, y no tiene ninguna obligación de complementarse con los elementos altos, como la energía espiritual del fuego, ni con el don de la palabra ni con las ideas provenientes del elemento aire. Sin embargo el ser humano une a todos éstos y tiene que saber combinarlos correctamente. Esto se refleja en la letra más importante del abecedario hebreo, la vav, que equivale en español a la letra “y”, de conjunción, la letra que vincula y une las cosas. 

Hashem creo el Cielo y la tierra e hizo al ser humano para que los una. Por eso la forma física del ser humano se parece a la letra vav. Al lograrlo, la persona se convierte en la triunfadora de la Creación, ya que dominó su instinto animal y alcanzo niveles angelicales a pesar de su materia. Por ello, en los Diez Días de Arrepentimiento (entre Rosh Hashaná y Yom Kipur) decimos: “Hashem, ten presente que estamos hechos de tierra, como diciendo: “Mira, Hashem, a qué nivel hemos Llegado a pesar de los elementos pesados como la flojera de la tierra y las ambiciones y las adicciones del agua. 

Con todo eso logramos volar con el viento y llenarnos con la energía del fuego”. Y por otra parte, recalcamos que a pesar de las fantasías del fuego y la volatilidad del viento, nos dominamos y construimos nuestro castillo de arena, sólido y permanente. Por esta razón los cuatro elementos están representados el cuerpo humano de la siguiente forma: el corazón es caliente como el fuego, los pulmones están llenos de aire, la sangre fluye como un río de agua, los huesos son “rocosos” y la piel arenosa como la tierra. 

Pero por encima de todo se halla el rey-cerebro, insinuándonos así cómo debemos controlar y reinar sobre nuestros cuatro elementos. Por eso, en la sagrada Toráh se nos relatan los acontecimientos previos a la entrega de la Toráh en el Monte Sinaí, cuando parte de la humanidad recibió cuatro castigos, justamente basados en los cuatro elementos: el diluvio fue aplicado por medio del elemento agua; la torre de Babel, cuando fue dispersada la humanidad por todos los continentes y se les cambió el idioma, fue por medio del elemento aire; Sodoma y Gomorra, que fueron arrasadas con fuego el territorio de Egipto, que hace alusión al elemento tierra, sufrió las diez devastadoras plagas. Sólo después llegó el acontecimiento de la entrega de la Toráh para insinuarnos una vez más el siguiente mensaje “Sólo cuando entiendas el efecto devastador que tiene el exceso de los elementos y te cuides de ellos y los controles serás apto, digno y propicio para recibir la Toráh y convertirte en un ser terrenal y espiritual a la vez”. 

 La persona fue comparada con un árbol, que para crecer, sabe combinar los diferentes elementos: echa raíces a fin de aferrarse a la tierra firme y extraer de ella el valioso elemento agua. En su parte superior, el árbol hace crecer ramas para captar la energía del fuego solar y abrir sus hojas para respirar el aire. Pero la parte fundamental en el árbol, al igual que en el hombre, es el tronco, con forma de la letra vav, que une las raíces con las ramas y cada uno de ellos con sus respectivos elementos para justamente producir sus frutos de vida dulces y jugosos. 

 Extraído del Libro -El Control de la Vida- Rab Anidjar.