miércoles, 14 de marzo de 2018
Nefesh, Ruaj y Neshamá particularidad y generalidad
El mundo en su totalidad es un espejo de la fisionomía humana. Todo lo que existe en el universo existe también en el hombre, y por eso los Sabios describen al hombre como un “mundo en miniatura”, llegando también a categorizarlo con el nombre de -Adam de Briá, Adam de Ietzirá, Adam de Asiá- (hombre de Creación, Formación y Acción) lo cual hace referencia a los distintos mundos espirituales.
“Las sefirot como recipientes”
Sobre la base de lo explicado hasta aquí podría parecer como que las luces del nefesh, ruaj y neshamá no tuvieran el mismo nivel o valor, pero realmente no es así. Nefesh, ruaj y neshamá son la luz divina misma, cuyo origen es la Luz Infinita y las luces de estos tres niveles son el componente sustancial de la misma. De igual modo la luz del nefesh, ruaj y de la neshamá es una -la sustancia de la Luz Infinita- y las pantallas que disminuyen su intensidad son las sefirot.
Ellas, las sefirot, son los recipientes a través de los cuales pasa la luz del Sin Sof, Infinito, y cuanto más -gruesa- sea la sefirá, más tenue será la luz que pase a través de ella, y su luz será de inferior intensidad. La sefirá de maljut (reino), es la pantalla más -gruesa de todas y oculta la fuerza de luz que contiene. Por eso se denomina nefesh a la luz que resplandece desde la sefirá de maljut, y es responsable de las acciones elementales del organismo humano.
Es así como la sefirá de maljut simboliza al nefesh general.
La sefirá de tiferet (belleza) es considerada como un recipiente más refinado, desde el cual resplandece una luz más elevada denominada ruaj. De modo que la sefirá de tiferet simboliza al ruaj general. La sefirá de bina (entendimiento) es mas pura aún, y la luz que emerge de ella es denominada neshamá. La sefirá de biná simboliza a la neshamá general. De la sefirá de jojma (sabiduría) emerge el resplandor de la jaiá, mientras que iejidá emerge de la sefirá de keter (corona).
Hallamos que las sefirot (de los mundos de la Creación, Formación y Acción) son los instrumentos que nos permiten revelar y transmitir las sustancia de Luz Infinita a las criaturas de esos mundos. Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos.
Ya que existen diez sefirot en cada uno de los mundos (diez en el Mundo de la Acción, diez en el Mundo de la Formación y diez en el Mundo de la Creación), encontramos nefesh, ruaj y neshamá en cada uno de ellos. Siendo las diez sefirot del Mundo de la Formación superiores y mas refinadas que mas diez del Mundo de la Acción, resultara que el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Formación serán de nivel superior a los del Mundo de la Acción. Similarmente el nefesh, ruaj y neshamá del Mundo de la Creación son superiores a estos niveles en el Mundo de la Formación.
“La Voluntad Divina se conecta con sus criaturas a través de sus almas”
La Voluntad es la parte de la esencia del poseedor de la misma. Y es por eso que la Voluntad del Creador, es la esencia de todo, síntesis de toda la Creación. El Creador quiso que Su Voluntad se revelara a Sus criaturas para que éstas supieran cómo servirlo y cómo apegarse a Él, para finalmente corregir el mundo bajo Su reinado ya que éste es el propósito de toda la Creación.
El Creador otorgó a cada criatura medios especiales para “captar” la luz divina que emana de la esencia del Infinito. La -antena- capaz de captarla es la neshamá, el alma humana. La neshamá es la esencia espiritual -mental, aunque poseedora de una realidad concreta- cuyo rol esencial es “conquistar sus deseos y dedicarse al servicio divino”.
Cuando la neshamá logra cumplir su función, recibe una iluminación espiritual e intelectual adicionales de mayor nivel, y es así como se eleva y se perfecciona, convirtiéndose en una -antena- cada ves más sensible. El grado de aprehensión y apego del hombre al Creador depende del nivel de su neshamá. El anhelo de apegarse al Creador proviene del hecho que la neshamá, parte inherente a Dios, desea retornar a su fuente de origen.
Mas cuando el hombre fortalece sus instintos y se rige por las pasiones, reprime su neshamá y con esto desaparece también su anhelo de retornar a su lugar espiritual de origen. Si, por el contrario, se sobrepone a los instintos corporales y consigue replegar su voluntad a la del Creador, se intensifica la fuerza de la neshamá y se fortalece la voluntad de apegarse a su raíz.
En el lenguaje cabalistico decimos que si un hombre logró conquistar su pensamiento, su habla y sus acciones para dedicarse al servicio divino, convierte a su cuerpo en un carruaje de la divinidad, el mismo que logran los hombres justos dispuestos a entregar sus vidas al servicio del Creador.
Vemos aquí que la neshamá funciona en dos planos:
1) Guía al cuerpo, orientándolo hacia el servicio divino (esto se efectúa del siguiente modo: la neshamá guía al ruaj y el ruaj al nefesh).
2) Se conecta con El Creador y recibe la sustancia de la Luz Infinita. La lógica de todo esto reside en que la neshamá es en sí misma sustancia de esta Luz, y por eso sólo ella puede recibir una iluminación adicional de la misma fuente.
Debemos comprender que la esencia de la Luz Infinita, tal como se manifiesta y emerge desde su propia fuente, es tan elevada y sublime que ningún ser humano puede alcanzar este nivel, independientemente del nivel de neshamá que posea.
Dado que el Creador quiso revelar Su Divinidad y que ésta sea accesible al ser humano, contrajo Su luminosidad contracción tras contracción, creando una realidad formada por distintos niveles espirituales concatenados unos con los otros.
Debido a estas contracciones cada nivel es inferior a su predecesor. Esta cadena responde a la relación causa y efecto anteriormente mencionados, de quien la Luz Infinita es la causa primera.
Rabi Lejel Bar Lev
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